El canal RCN transmitió en exclusiva la primera entrevista nacional con María Claudia Tarazona, viuda del fallecido precandidato y senador Miguel Uribe Turbay, asesinado en un atentado en junio de 2025.
La conversación, conducida por José Manuel Acevedo, director de Noticias RCN, generó gran expectativa en la opinión pública debido a las reveladoras declaraciones entregadas por Tarazona. Durante la entrevista, la viuda compartió cómo, junto a sus hijos, afrontó una de las tragedias más dolorosas y conmovedoras que ha vivido la política colombiana en los últimos meses.
RCN transmitió en exclusiva la primera entrevista nacional con María Claudia Tarazona, viuda de Miguel Uribe Turbay
En el espacio, se aprovechó para preguntar a la viuda de Miguel Uribe si se iría a la arena política y esto respondió:
“Aprendí a hacer política con mi esposo. Él empezó a involucrarse públicamente en la política con fuerza a los 23 años. Es decir, lo conocí cuando tenía la misma edad de mi hija mayor, María. Yo vi crecer a Miguel, aunque él ya era muy maduro para su edad. Siempre hicimos política juntos: yo fui la directora de todas sus campañas, acompañaba cada decisión y nada se hacía sin que lo conversáramos primero.
Los discursos los practicábamos juntos, los escribíamos en pareja y hasta preparábamos las respuestas. Te voy a contar una anécdota: cuando Miguel estaba en el Concejo, el entonces alcalde quería impulsar el tranvía por la Séptima, proyecto que usaba los recursos destinados al metro. El voto decisivo era el de Miguel, que en ese momento tenía apenas 24 años. Me llamó y me dijo: “No sé qué hacer, mi voto define el futuro de este proyecto”. Yo no conocía los detalles técnicos del presupuesto, pero sí de valores. Le respondí: “Miguel, actúa con honor y coherencia. Que tus decisiones de hoy estén en línea con lo que defenderás toda tu vida”. Miguel votó en contra y gracias a eso los recursos se conservaron para el metro.
Nuestra vida siempre estuvo marcada por esa dinámica compartida. Miguel tenía el mejor consejero, su padre, y juntos con él y con Delia construimos este proyecto político. En casa, en la intimidad, hablábamos de todo: dolores, sueños y frustraciones. Miguel llevaba un ritmo de vida impresionante: trabajaba hasta la medianoche, madrugaba a las 5 de la mañana a trotar, viajaba a varias ciudades el mismo día y luego debatía con pasión en el Congreso. Era un hombre extraordinario, pero también tenía una familia que lo apoyaba en todo.
Yo creo que pocas cosas en la vida me han conmovido tanto como la relación entre Miguel y su padre. Era un vínculo lleno de amor, respeto y admiración. Para mí, Miguel papá se convirtió en otro padre. Todos los días lo llamo después de dejar a Alejandro en el colegio; juntos repasamos lo que pasó el día anterior, porque Miguel no tenía tiempo de estar al tanto de todo y yo le ayudaba a mantenerlo informado".
María Claudia Tarazona habló sobre sus planes y afirmó que seguía firme en su decisión de no meterse en la política y apoyar a su suegro, hasta el momento: “Sobre el futuro, quiero ser clara: no voy a irme del país. Amo profundamente a Colombia y la respeto como lo hacía Miguel. No puedo aceptar que lo que hoy ocurre en el Gobierno defina la identidad de este país. Colombia es más grande que un presidente o sus aliados. Por ahora, no haré política: necesito vivir mi duelo y acompañar a mis cuatro hijos, que están sufriendo de manera profunda.
El dolor de mis hijos es la prueba más dura que Dios me ha puesto. Le pido a Dios que me mande a mí todas las pruebas, pero no a ellos. Mi hijo Alejandro, el menor, me rompe el corazón. Él no entiende del todo lo que pasó, su duelo es intermitente: puede estar jugando y feliz, y de repente preguntar por su papá o decir cosas que me desgarran. Con ellos he sido completamente transparente; la verdad es la base para que puedan procesar esta ausencia.
He contado con la ayuda de expertas en duelo infantil, como Cecilia Zuleta y Juana, que me han guiado en cada paso. Ellas insisten en que los niños deben escuchar la verdad, aunque no comprendan aún el carácter irreversible de la muerte. Yo procuro acompañarlos con amor, paciencia y fe, incluso en los momentos más difíciles, como cuando Alejandro me preguntó si en la iglesia podría quedarse con su papá, porque ahí está Dios.
Mis hijas también enfrentan este dolor de manera distinta, cada una con su personalidad, pero unidas por el amor y el recuerdo de Miguel. Nuestra familia hoy se sostiene en la fe, en la fortaleza que él nos enseñó y en la convicción de que Colombia merece un futuro mejor, por el que él dio su vida".