Han pasado tres meses desde que Greiber Eduardo Berrío, un joven de 19 años, vivió uno de los episodios más traumáticos de su vida: fue atacado por una jauría de perros callejeros cerca de su casa, en el suroccidente de Bogotá. El hecho le causó 150 mordeduras y obligó a los médicos a amputarle ambos brazos. Ahora, en medio de su proceso de recuperación, ha decidido llevar su caso ante la Fiscalía en busca de justicia.
El contexto: Brutal ataque: a joven de 19 años tuvieron que amputarle los brazos tras ser mordido por 9 perros en Bogotá
La noche del ataque, Greiber regresaba de la iglesia y decidió acortar camino atravesando un lote baldío que los vecinos solían usar como paso peatonal. Allí fue sorprendido por una perra que comenzó a morderlo. En cuestión de segundos, aparecieron otros ocho perros que lo rodearon, lo arrastraron hasta un barranco y lo atacaron sin tregua.
“Mientras me defendía de uno, el otro me atacaba. Llegó un punto en el que me empezaron a arrastrar, hasta que me llevaron a una especie de barranco”, relató Berrío al diario El Colombiano.
El joven intentó protegerse colocándose en posición fetal. A pesar de su resistencia, los animales lo hirieron gravemente.“Yo parecía un muñequito en la boca de esos perros”, narró, aún conmovido.
“No quiero que lo que me pasó quede en la impunidad”
La denuncia penal presentada por Berrío busca respuestas claras: ¿quién responde por los animales sin dueño que representan un riesgo para la comunidad? ¿Por qué no se actuó antes, si ya se habían reportado ataques?
Días antes del caso de Berrío, otra joven, Natalia, fue mordida por la misma jauría y recibió 96 puntos de sutura. A pesar de las múltiples alertas de la comunidad, no hubo intervención oficial hasta que ocurrió la tragedia.
“No quiero que me olviden, no quiero que lo que me pasó a mí quede en la impunidad”, afirmó el joven.
Actualmente, cuatro de los nueve perros fueron entregados voluntariamente por un vecino. Tres de ellos, según la Alcaldía de Bogotá, no presentan comportamientos agresivos y están en proceso de resocialización. El cuarto aún está bajo evaluación.
Pero la respuesta institucional no convence a Greiber.“Si no son agresivos, ¿entonces por qué me hicieron esto a mí y a los demás vecinos?”, cuestionó.
Una lucha que apenas comienza
Aunque ha enfrentado un proceso médico complejo, Greiber se mantiene firme y con una actitud esperanzadora. Cuenta con el respaldo de su familia y un abogado que lo acompaña en este proceso legal. La intención no es solo encontrar responsables, sino evitar que otra persona pase por lo mismo.
El caso de Greiber Berrío pone en evidencia la falta de protocolos eficaces para el manejo de animales callejeros potencialmente peligrosos y abre un debate urgente sobre la responsabilidad del Estado en la prevención de estos ataques.
Su mensaje es claro: “Yo escuchaba las noticias y oía que el Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal decía que solo recogía animales maltratados. ¿Lo que me pasó no importa?”

