La tragedia por la ingesta de licor adulterado en Barranquilla sigue creciendo y con ella salen a la luz historias humanas que reflejan el impacto social de esta emergencia. Hasta el momento, las autoridades han confirmado 11 fallecidos y varios hospitalizados en estado crítico, luego de haber consumido alcohol preparado clandestinamente en el sector de El Boliche, en el Centro de la ciudad.
Entre las víctimas identificadas, una historia ha conmovido especialmente a la comunidad: la de un hombre conocido popularmente como “El Zombie”, quien fue hallado sin vida en la residencia El Ekeko, ubicada en el barrio San Roque.
Según relató la casera del lugar, “El Zombie” era un hombre alegre que llevaba una vida marcada por la rutina del trabajo y el licor. “Se levantaba todos los días a las 6 de la mañana para ir al Boliche a rebuscarse, y en la tarde siempre regresaba con un cococho (trago) encima. Esa era su costumbre”, contó la mujer. Sin embargo, el miércoles 24 de septiembre fue diferente: llegó a su habitación, se acostó en su cama y comenzó a retorcerse de dolor hasta que finalmente murió.
Su caso se convirtió en símbolo de lo que esta tragedia representa para las poblaciones más vulnerables de Barranquilla: trabajadores informales y ciudadanos de a pie que, por el bajo costo del alcohol adulterado, terminan expuestos a un riesgo mortal. En la zona, las bebidas se venden entre 2.000 y 3.000 pesos, lo que las hace atractivas pero letales.
La lista de víctimas incluye también a Pedro Pablo Caraballo, quien murió en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Barranquilla tras luchar por su vida. Junto a él figuran nombres como Nicolás Manuel Medrano, Helmot Enrique Escolar, José Felipe Crespo Ortiz, Emiro Alberto Miranda y Víctor Antonio Vargas. A ellos se suma Ever Miranda Orozco, más conocido como “El Zombie”, además de dos mujeres aún sin identificar.
Las circunstancias en que fallecieron algunos de ellos estremecen a la ciudadanía. Por ejemplo, Ever Miranda murió en plena vía pública en el barrio Rebolo, mientras otros no alcanzaron a llegar a un hospital. Estas muertes revelan el alcance de un problema que trasciende lo individual y que golpea la estructura social de la ciudad.
Ante la magnitud de la emergencia, las autoridades de salud y de policía han intensificado los operativos en el Centro de Barranquilla para identificar los lugares donde se fabrica y distribuye el licor adulterado. El objetivo es cerrar estos puntos clandestinos y evitar que más personas caigan víctimas de una práctica ilegal que no solo causa la muerte, sino también secuelas irreversibles como la ceguera.
La muerte de “El Zombie” y de las demás víctimas deja al descubierto cómo la vulnerabilidad social y el consumo de alcohol adulterado se entrelazan en un círculo de pobreza y riesgo. Esta tragedia no solo enluta a familias, sino que también pone en evidencia la urgencia de reforzar la vigilancia, la educación comunitaria y las acciones para frenar este flagelo que mantiene en alerta a toda la capital del Atlántico.

