Colombia podría enfrentar una crisis energética inminente que podría comenzar en 2027, según proyecciones de la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME). La combinación de variabilidad climática, retrasos en proyectos de energías renovables y un creciente déficit en el suministro de gas natural pone en riesgo la seguridad y sostenibilidad del sistema eléctrico nacional.
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De acuerdo con los estudios de la UPME, el país entrará en un déficit estructural de energía firme (ENFICC) dentro de dos años. El faltante podría alcanzar los 65 GWh diarios hacia 2038, lo que representaría el 20% de la demanda nacional de electricidad. Este escenario tendría consecuencias graves para hogares, empresas e industrias.
Crisis energética en Colombia: UPME advierte déficit estructural desde 2027
El panorama del gas natural es igualmente preocupante. Los campos de producción en el Caribe muestran un marcado declive, y aunque avanzan proyectos de regasificación e importación, se estima un déficit de 500 GBTU hacia 2029. Esto obligaría a Colombia a depender de los precios internacionales, altamente volátiles, lo que incrementaría la incertidumbre y afectaría de forma directa a la industria, que enfrentaría tarifas más altas y una menor competitividad.
Según Santiago Uribe, analista y cofundador de Azimut Energía, Colombia sigue dependiendo en exceso de la generación hídrica. Actualmente, la capacidad instalada alcanza los 21,4 GW, de los cuales el agua representa 62% (13,2 GW), el gas natural 14% (3,1 GW) y la energía solar apenas 9% (1,9 GW). Con fenómenos como El Niño y la caída de la producción de gas por debajo de los 400 GBTU diarios hacia 2030, el riesgo para la seguridad energética del país es crítico.
A esta situación se suma que más del 55% de los proyectos de transmisión y generación presentan demoras por licencias ambientales y consultas previas. La falta de reglas claras e incentivos adecuados también limita la llegada de nuevas inversiones, frenando la expansión del sistema.
El exdirector de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), Jorge Valencia, ha advertido que una hora sin electricidad podría costarle a Colombia hasta 200.000 millones de pesos. Un racionamiento prolongado impactaría directamente el PIB y la productividad empresarial.
Ante este panorama, Uribe sostiene que las empresas no pueden esperar una solución estatal y deben convertirse en actores activos de la transición energética. Desde Azimut Energía propone tres caminos para mitigar riesgos:
- Electrificación de consumos térmicos: Sustituir el gas por bombas de calor eléctricas, una tecnología eficiente y extendida en Europa, que reduce la exposición a precios internacionales y a la escasez de suministro.
- Generación solar con almacenamiento en baterías: Instalar paneles solares con baterías bajo contratos PPA, lo que resulta más económico que la energía de la red. Además, ofrece una alternativa más eficiente que las plantas diésel frente a racionamientos de hasta cuatro horas.
- Eficiencia y ahorro energético: Digitalizar activos, controlar el consumo en tiempo real y modernizar iluminación y sistemas de frío puede reducir la demanda entre un 15% y 20%, fortaleciendo la resiliencia de las organizaciones.
El déficit energético en Colombia no sólo representa un reto sistémico, sino también una oportunidad para que el sector privado acelere su transición hacia energías limpias y resilientes. En los próximos años, la seguridad energética y el costo de la energía serán factores clave para definir la competitividad empresarial y el desarrollo económico del país.

