Barranquilla

Jóvenes en Barranquilla estrenaron obra de teatro musical enfocada en sensibilizar sobre el conflicto de identidad

‘Una cosa no es una cosa’ es un musical joven y emotivo creado en Barranquilla, bajo la dirección de Camilo Martin.

Foto obra de teatro, "Una cosa no es una cosa".
Suministrada Foto obra de teatro, "Una cosa no es una cosa".

Con una apuesta escénica audaz y profundamente emotiva, un grupo de jóvenes artistas de Barranquilla presentó recientemente el musical Una cosa no es una cosa, una obra que combinó música en vivo, actuación y coreografía para reflexionar sobre el conflicto de identidad en las nuevas generaciones. La obra, que inició su recorrido nacional en Barranquilla, tiene como próximo destino la ciudad de Bogotá, donde continuará su gira con funciones ya confirmadas.

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El proyecto fue liderado por Camilo Andrés Urrego Martin, conocido artísticamente como Camilo Martin, quien asumió la dirección y coreografía de esta obra que fusiona elementos nostálgicos de la década de los ochenta con una narrativa contemporánea y sensible. “Queríamos apostarle a una propuesta musical que usara el lenguaje universal de la música para tocar un tema que hoy nos concierne profundamente: el conflicto de identidad”, explicó Martin en entrevista con PUBLIMETRO.

“Música ochentera y emociones juveniles: así es el musical ‘Una cosa no es una cosa’ que llega a Bogotá”

La puesta en escena se apoyó en una cuidadosa selección de canciones hispanas de los años 80, entre ellas clásicos como La maldita primavera de Yuri, Enamorada de Lucía Méndez, Rumores de Joan Sebastian, y No te pido más de Elenita Vargas, entre otros. Además, incluyó una adaptación en español del tema It’s a Sin de Pet Shop Boys. “Cada personaje se expresa a través de una canción que refleja su estado de ánimo o su historia de vida. Es como si cada uno tuviera su propio playlist emocional”, detalló el director.


Aunque la obra fue escrita originalmente por Moisés Ballesteros como una pieza de teatro, fue Camilo Martin quien la transformó en un musical con identidad propia, en el que los personajes cantan, bailan y actúan en vivo. “La idea era que el público pudiera ver y sentir lo que vive cada personaje desde sus emociones más íntimas. Por eso, la música no es solo un acompañamiento, sino una herramienta narrativa central”, agregó.

La obra se presentó en el Teatro La Sala, ubicado en la carrera 54 de Barranquilla, en un espacio que permitió la cercanía entre el público y los actores, intensificando así la experiencia emocional. Las funciones tuvieron una gran acogida, y ya se contemplan nuevas fechas en la ciudad y otras presentaciones en la región Caribe.

El elenco está compuesto por jóvenes egresados de programas artísticos de la ciudad, muchos de ellos formados en instituciones como la Escuela Distrital de Artes, la Facultad de Bellas Artes y la Escuela Departamental de Música. Entre ellos se encuentran Adal Canova, Canary Pascasio, Anzul (nombre artístico de Andrés De la Hoz), Fabián J. Daza y el mismo Camilo Martin, todos comprometidos con la promoción del arte local y el trabajo colaborativo.

Canari Pascasio, uno de los protagonistas, interpretó a un joven de 18 años que atraviesa una búsqueda personal cargada de dudas y etiquetas sociales. “Me identifiqué mucho con el personaje porque refleja lo que muchos vivimos en silencio. A veces, lo que más cuesta no es quién eres, sino cómo te ven los demás”, compartió el actor.

Su compañero Anzul, quien compartió el mismo personaje en algunas funciones, explicó que el enfoque de la obra les permitió conectar con el público desde lo emocional. “Este musical no es solo entretenimiento. Nos obliga a mirarnos al espejo y preguntarnos quiénes somos realmente, más allá del género, la religión o cualquier otra etiqueta”, expresó.

Fabián J. Daza, por su parte, interpretó al hombre mayor, un personaje que ofrece una perspectiva reflexiva sobre el paso del tiempo y la construcción de la identidad. Además, Daza también participó como músico en la obra. “Fue una experiencia poderosa porque desde la música también podía narrar lo que no se dice con palabras”, indicó.

La obra no solo ofreció una experiencia escénica envolvente, sino que también se convirtió en una plataforma para el talento local, donde confluyen la actuación, la música en vivo y la danza. El proceso de montaje fue un reto colectivo. “Empezamos adaptando cada escena con canciones que representaran lo que vivía cada personaje. Fue como crear una banda sonora a partir de sus emociones”, explicó Martin.

Además de su propuesta artística, Una cosa no es una cosa generó conversación sobre identidad, diversidad y aceptación en los espacios juveniles y educativos de Barranquilla. Varios asistentes a la función destacaron la fuerza emocional del musical y su capacidad para abrir un diálogo sincero sobre temas complejos.

La gira nacional, que continuará en Bogotá y otras ciudades de la región Caribe, busca precisamente amplificar ese mensaje. “Queremos que esta obra viaje, que la vean más personas, que se vuelva una herramienta de reflexión y también de transformación social”, afirmó Martin.

El público puede seguir el recorrido de la obra y adquirir entradas a través de las redes sociales de la compañía, que se encuentra en Instagram como seresart_co, “Las boletas están a un precio accesible porque queremos que venga mucha gente. Nuestro objetivo no es solo llenar salas, sino llenar corazones de preguntas y emociones”, concluyó Martin.

Con una puesta en escena vibrante, personajes entrañables y un repertorio musical que apeló a la nostalgia y la introspección, Una cosa no es una cosa se posicionó como un musical joven y valiente, hecho en Barranquilla, con proyección nacional y con un mensaje necesario: la identidad no se define por etiquetas, sino por la humanidad compartida.

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