El Sistema Solar que habitamos no es infinito. Científicos estiman que dentro de unos cinco mil millones de años nuestra estrella masiva se transformará en una enana blanca y ya no generará la suficiente energía como para que se desarrolle la vida tal y como la conocemos en la Tierra.
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Si somos el único planeta que permite este fenómeno en todo el universo, no es tema de discusión para este momento. Lo cierto es que, tan solo en la Vía Láctea, galaxia que habitamos hay miles de millones de estrellas con planetas orbitándolas. Entonces, por simple probabilidad en alguna tendría que haber condiciones para la vida.
Ese es el objetivo de los científicos de las próximas generaciones. Mientras el grupo de expertos actuales avanza con hallazgos importantes, próximos investigadores hallarán no solo otro planeta con condiciones de vida como la nuestra, sino también la manera de llegar a ese lugar.
Hay una teoría que dice que cuando nuestra estrella evolucione hacia su próxima etapa, los humanos tenemos que irnos hasta ese lugar para preservar e instalarnos como raza en otro mundo. Pero hay generaciones que vivirán mucho tiempo en naves espaciales en las que nos mantendremos vigentes, hasta llegar a ese próximo destino.
Las naves espaciales del futuro
Serían, en principio, muy diferentes de las naves espaciales que conocemos hoy en día. Tendrían que ser capaces de viajar a velocidades muy altas, llevar provisiones para miles de años y estar aptas para soportar los rigores del espacio profundo.
Una posibilidad sería construir naves espaciales que utilicen la energía solar para impulsarse. Esto requeriría que las naves espaciales tuvieran paneles solares muy grandes y eficientes. También necesitarían ser capaces de almacenar grandes cantidades de energía para poder viajar durante largos períodos de tiempo.
Otra opción sería construir naves espaciales que utilicen la energía nuclear para impulsarse. Esto requeriría que las naves espaciales tuvieran reactores nucleares de alta potencia. También necesitarían ser capaces de controlar el calor y la radiación que producen los reactores nucleares.
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Independientemente del sistema de propulsión que se utilice, las naves espaciales que permitan a los humanos sobrevivir a la muerte de nuestra estrella también tendrían que ser capaces de producir su propia comida y agua. Esto requeriría que las naves espaciales llevaran sistemas de cultivo y purificación de agua muy sofisticados.
Las naves espaciales también necesitarían ser capaces de proteger a los humanos de los peligros del espacio profundo, como los rayos cósmicos y la radiación solar. Esto requeriría que las naves espaciales tuvieran escudos de radiación muy potentes.