¿A quién traicionó Camilo Vargas?

Por: Nicolás Samper /@udsnoexisten

Todas las palabras apuntaban a decirle “traidor”, “vendido”, “pesetero”, “Judas” y un par de idioteces más a Camilo Vargas, que hoy ya es arquero de Atlético Nacional. Leía, entre tantos comentarios que generó en Twitter la transferencia del buen arquero, que él, por el hecho de cambiar de club, ya no era merecedor de la idolatría de una gran parte de la hinchada santafereña. Su pecado: irse a Medellín, a Nacional.

No recuerdo un arquero que le haya dado más a Santa Fe que Vargas. Y sí que vi arqueros pasar por el rojo: desde Navarro Montoya hasta el plomazo de Óscar Castro –un uruguayo que jamás detuvo un balón de gol– pasando por Álvez, Carlos Arias y Eduardo Niño, solo por dar un par de nombres. Y por eso me aterra que aquellos que lloraban por él de alegría, hoy lo odian como si fuera el peor enemigo. Una cosa es sentir dolor porque un jugador querido se va. Eso se entiende: nadie nunca, no importa del club que sea, quiere que sus cracks se alejen.

Y esa tristeza es un sentimiento irreprochable porque alguna vez todos lo hemos sentido. Pero ya pasar de ese dolor natural a decir que un referente de uno de los mejores Santa Fe de la historia es un traidor, es absurdo. Es parte del fundamentalismo que hace que el fútbol produzca asco tantas veces.

No sé si un acto de traición sea marcar un gol en el último minuto y de cabeza al acérrimo rival de patio y que con ese tanto Santa Fe ganara un partido que le aseguraba la clasificación entre los ocho. No sé si las voladas de palo a palo de cada domingo para salvar a sus compañeros fuera otro acto de traición. O si darle tres títulos a Santa Fe y una semifinal de Copa Libertadores quepa en ese rubro. Porque ojo que Vargas fue fundamental en las tres consagraciones. Que nadie vaya a decir ahora que su aporte fue igual al de Félix en la selección brasileña de México 70.

Vargas le aportó mística a Santa Fe y jugó siempre su cuero por un club que durante 37 años llevaba la derrota como compañera fastidiosa de viaje. Él y sus demás compañeros se cansaron de ese destino y cambiaron la historia de un club que hoy es de temer. Gracias a su aporte Santa Fe recuperó la grandeza de antaño y le dio a una generación gigante de hinchas la posibilidad de saberse campeón y de vivir esa hermosa sensación de ser mejor que todos, no una, sino tres veces –dos torneos locales y una Superliga–  y hoy, Santa Fe es de los equipos de más bravos en Colombia, entre otras, por Vargas.

Se fue como ha pasado con miles de ídolos de infinidad de clubes. Dio todo lo mejor y su vida tomó un rumbo distinto que es irse a un club que a muchos les genera antipatías por las razones que usted quiera, pero a nadie traicionó: no hay que ser desagradecidos.

Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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