Hace una semana tuve la oportunidad de adelantar en el Concejo de Bogotá, un debate de Control Político, dando a conocer todas las falencias, problemáticas e inconsistencias que se han presentado en los últimos siete años en un escenario deportivo de gran magnitud como lo era la Unidad Deportiva El Salitre en la capital del país y que hoy solo es sinónimo de abandono, desidia, sueños rotos.
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Todo inició con la firma del contrato de obra pública 2937 de 2017, que tenía como objeto contratar la etapa de reforzamiento estructural y adecuaciones arquitectónicas de este escenario deportivo que fue inaugurado en 1973 y que acogía a 11 ligas de la ciudad: ajedrez, lucha olímpica, pesas, karate, tenis de mesa, gimnasia, judo, boxeo, baloncesto, voleibol y esgrima.
La obra que estaba estipulada para 13 meses, por un valor de $12.373 millones de pesos, estaría a cargo del contratista Unión Temporal San Antonio IDRD Reforzamiento Asemaín, quien, tras varios incumplimientos, prórrogas y un anticipo ya realizado, abandonó la obra en el 2019 con un 38.80% de ejecución, causándole un daño incalculable al deporte capitalino y a sus atletas, que ha tenido que ver cómo año tras año van en busca de sus metas, sin contar con el escenario óptimo para sus prácticas y combatiendo muchos de ellos con la deserción.
La Unidad Deportiva El Salitre que era sinónimo de vida, alegría, sueños, competencias, ahora es un cementerio del deporte, un lugar lúgubre, sin ventanas, vidrios rotos, paredes caídas, techos rotos, maleza, que ha venido dejando el paso de los años, esos mismos años que han puesto en vilo a los atletas bogotanos.
La mayoría de deportistas, padres de familia y comunidad en general se pregunta
¿Dónde quedaron los recursos invertidos para su obra y funcionamiento después de casi ocho años? Hasta la fecha, el gran total asciende a $ 61.426.716.441millones, que han salido de los bolsillos de los bogotanos, presentando un incremento del 79% al valor original del proyecto, es decir de $49 mil millones de pesos.
Ese incremento es producto de tres contratos: el ya mencionado 2937 firmado en el año 2017, el segundo, una patología del año 2021 por un valor cercano a los $737 millones de pesos para conocer las afectaciones que ha tenido el escenario que es patrimonio de la ciudad y el tercero, uno nuevo de obra en el 2023 de estudios y diseños por $43.951 millones más interventoría.
Actualmente el contrato se encuentra suspendido y a la espera del concepto que emita el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), sobre los nuevos diseños de la Unidad Deportiva. Es importante resaltar que esa autorización se debe realizar porque la UDS, se declaró como Bien de Interés Cultural y Conservación Integral mediante el Decreto 606 de 2001.
Se necesita que la actual administración, en cabeza del director del IDRD, Daniel García, que ha tenido la mejor voluntad, logre la ejecución de la obra y la ponga en funcionamiento con todas las garantías, calidad y dotaciones adecuadas, por el bien del deporte bogotano que ya no da más tregua y que necesita soluciones inmediatas y concretas.
Los deportistas capitalinos que entrenaban en la Unidad Deportiva El Salitre han tenido que reubicarse en diferentes escenarios de la ciudad, sufriendo incomodidades, teniéndose que adaptar a lugares que no cuentan con las especificaciones o las normas establecidas internacionalmente para la práctica de su disciplina. A muchos se les exigen triunfos, medallas en Juegos Deportivos Nacionales y Paranacionales, pero se les olvida que no cuentan con escenarios para que garanticen lo mínimo: sus prácticas.
Es hora de tener un lugar que desde hace siete años está esperando la ciudad, la comunidad deportiva, los nuevos talentos, los que están en etapa de iniciación, formación, los atletas de alto rendimiento, es necesario y urge estar a la altura para poder competir con las potencias del país. Recordemos que venimos de ser terceros en los Juegos Nacionales Bolívar 2019 y del Eje Cafetero 2023, que muchos deportistas han migrado a otras regionales y algunos por la falta de escenarios o por que se ha convertido en toda una proeza llegar a los lugares de entrenamiento han decido dejar su disciplina.
Desde que llegue al Concejo he querido ser la verdadera voz del deporte, jugarle limpio a Bogotá, por eso mí trabajo se ha centrado en las acciones, los hechos y no las palabras. La ciudad nos necesita y los atletas capitalinos esperan que esta vez si se logre llegar a feliz termino una obra que traerá progreso, sueños, triunfos, competitividad, vida y que esta vez albergará a 17 ligas.