Cuando tienen una cita con alguien que les gusta ¿Cómo se preparan? ¿Lo piensan mucho? o más bien, ¿lo que caiga… un “ya veremos”? En mi caso y si es la primera, pienso en cómo me voy a vestir, qué voy a decir, de qué podríamos hablar, la hora, el día, el lugar; pienso en que todo tiene que salir bien, si quiero además otra cita.
PUBLICIDAD
Ahora bien, la discusión sobre el Plan de Desarrollo en el Concejo se sintió como si me preparara para una cita y pienso entonces ¿Qué tanto nos gusta Bogotá? Creo que es una ciudad de poco cariño, carente de afecto. Poca emoción hay en las terminales y en los aeropuertos cuando volvemos al “caos” de la ciudad. Eso, Bogotá es una ciudad caótica y quizá por ello es carente de amor… Pienso en Andrés Caicedo -a quién estuve releyendo estos días- cuando al definir Cali y a un amor dice: “La odio porque odiar es querer y aprender a amar”. Y pensaba ¿Qué tal si aprendiéramos de Bogotá y así, aprender a amarla?
Ojalá las decisiones en la política sobre nuestros territorios y regiones pensáramos en formas de amar a la ciudad; no solo de sacar provecho y que luego otros resuelvan. Pienso en amarla para cuidarla y disfrutarla. Amar a Bogotá para vivirla dignamente, trabajar por ella y por quiénes vendrán.
Tal como se pueden imaginar, el Plan de Desarrollo es la gran apuesta del Distrito por darnos otra oportunidad para habitar mejor la ciudad, y para ello junto con mi equipo, nos preparamos organizando y conformando las bancadas que nos interesan: juventud, diversidad, Economía Popular, la canábica y nuestra gran bandera la bancada por la lectura y la escritura, que puso al Concejo a hablar de libros.
Nos citamos en las localidades de Bosa, Kennedy, Suba, Usaquén, Chapinero, Teusaquillo, La Candelaria, Ciudad Bolívar, -aún nos faltan muchas, a las que seguiré volviendo- en las que hicimos laboratorios ciudadanos, llamados “Populabs” sobre Género, Medio Ambiente, Educación, Cultura y Juventud para saber lo que la gente espera y quiere de este nuevo Plan De Desarrollo.
Hoy ya luego de haberse terminado el debate y sancionado por la Alcaldía el día viernes, me alegra contarles que no solo hemos avanzado con nuestras propuestas, nos inventamos otras y sobre todo hemos tratado de poner suelo firme al amor que sentimos por Bogotá logrando:
● Una ciudad que se deja conocer por sus libros y bibliotecas, con 8 nuevos espacios bibliotecarios, que sean un destino turístico dotándolos de un presupuesto para cubrir el déficit.
PUBLICIDAD
● Una ciudad más segura, que se dé a conocer por dar garantías de seguridad para disfrutarla cuando sus inspectores de seguridad salgan al territorio
● Una ciudad que reconozca sus recursos ambientales, se enfoque en una educación ambiental desarrollando tecnología para su preservación y también, un pago a quienes los cuidan, específicamente el del agua.
● Una ciudad que permita recorrer sus calles y la gente pueda escoger cómo movilizarse por eso, queremos ampliar el sistema compartido de bicicletas.
● Una ciudad pionera en la formación de masculinidades cuidadoras y no violentas. Algo que demandan los debates políticos de nuestro tiempo.
● Una ciudad que invite al turismo y al aprendizaje de nuestro idioma.
● Una ciudad que esté a la vanguardia de la política de sustancias psicoactivas, que hable de prevención de riesgos y daños y no de la prohibición, una deuda con el país frente a los debates globales.
● Una ciudad que cuida a sus jóvenes y a sus mujeres habitantes para que las colocaciones de empleo tengan ese enfoque diferencial y superar la precarización laboral.
● Una ciudad que pueda disfrutarse las 24 horas con todos los servicios para garantizar una jornada nocturna.
Quiero contarles que no escatimamos en ilusiones y hacemos todo lo posible para que cada apuesta que hacemos nos abra la posibilidad de vivir Bogotá dignamente, conocerla y amarla. Politizamos las ideas con nuestros afectos, pues siendo honesto, las causas que me llevaron a la política, si bien surgen de mi biografía, también han surgido de la comunión con otras formas de habitar la ciudad que reclaman el derecho a amar a Bogotá.