A menos de dos meses del 7 de agosto de 2050 la presidenta de Colombia, doctora Martina González, se prepara para terminar su mandato en el que le tocó luchar contra la inmigración ilegal y el cambio climático.
PUBLICIDAD
Amanece en la capital colombiana, 15 grados centígrados con proyecciones de 25 a medio día y fuertes lluvias en la tarde. Es lo que hay, llueve y hace calor; el clima está loco desde hace ya mucho tiempo, el cambio climático algo que algunos creían que era leyenda urbana finalmente llegó y el clima se enloqueció, veranos infernales e inviernos peores que los sufridos por Napoleón o Hitler. Afortunadamente Bogotá sigue teniendo temperaturas manejables y sobre todo llueve, a veces mucho, que por esta época es un lujo y que en ciudades como Madrid o Moscú es imposible.
En Europa, en general, el clima está enloquecido, en verano Europa Central se inunda por aguaceros torrenciales; miles de damnificados esperan ayuda en los techos de sus casas; al occidente, en España, Francia y Portugal, incendios descontrolados acaban miles de hectáreas cultivables y amenazan ciudades enteras; el viento y el clima seco no ayudan. Nuevamente damnificados por todos lados. Los huracanes en el Caribe que arrasan ciudades enteras en la costa este americana, lejos está el recuerdo del Katrina que hoy sería un huracán apenas mediano. Miami nuevamente se prepara para inundaciones apocalípticas.
En otros aspectos diferentes al clima, la situación colombiana es igual o más compleja; desde hace diez años la llegada descontrolada de ciudadanos franceses y españoles ha desbordado la infraestructura del país que no recibía tal cantidad de personas desde el 2022, uno o dos años después de la primera pandemia en que llegaron más de dos millones de venezolanos. Ahora se trata de ciudadanos europeos, muchos colombianos y sobre todo colombianas hijas de emigrantes latinoamericanos que por esa misma época buscaban mejores horizontes en la civilizada Europa; los sefardíes que por un apellido de una lista y muchos euros lograron la nacionalidad española, los estudiantes o aquellos que de cualquier forma iban a tratar de mejorar su suerte.
La situación cambió en los últimos 15 años; las nuevas leyes y varios cambios legales de los gobiernos liderados por autoridades musulmanas no hacen deseable vivir en territorio europeo, más aún para las mujeres. Dentro de las nuevas políticas impuestas por el gobierno francés está el decreto del uso obligatorio del hiyab para las mujeres. Las restricciones son cada vez mayores para los ciudadanos de la Quinta República en temas de género. La religión musulmana está cada vez más presente en la sociedad francesa, los colegios antes laicos tienen cátedra obligatoria de Islam, por supuesto, varias restricciones adicionales están en proyecto. Como siempre las mayores restricciones son para las mujeres.
En España la situación es aún más compleja, el multilingüismo es la norma; cualquier persona para aplicar a un cargo público o privado debe manejar al menos Español, Catalán o Euskera, y son de buen recibo el gallego y el valenciano. La imposibilidad de formar gobierno por las diferentes corrientes políticas y partidos separatistas hacen que más o menos cada seis meses haya elecciones generales que en nada ayudan a gobernar de manera coherente y continuada. Al igual que en Francia, los grupos políticos liderados por musulmanes esperan llegar a formar gobierno como lo hacen sus vecinos franceses. En este contexto los latinos o como los denominan allá, los españoles de papeles, son cada vez más indeseados y sudaca es un término suave para lo que hoy en día les dicen a los españoles de tercera generación con abuelos colombianos, argentinos o venezolanos.
No sé si todo esto será verdad, temas como los ocurridos la semana pasada, temperaturas superiores a los 40 grados centígrados en España, revueltas descontroladas de ciudadanos franceses de origen musulmán que desafían la autoridad y que durante mas de cuatro días pusieron en jaque al presidente Macron. Elecciones cada vez más fraccionadas con un repunte importante de la extrema derecha que hace cada vez más evidente la confrontación el machismo y la xenofobia. Si por acá llueve con corrupción y malos gobiernos, por Europa tampoco hace buen clima.