En abril de 2007 Lionel Messi le hizo un gol al Getafe que emulaba al de Maradona dribleando a los ingleses en el 86. Salvo por la definición, sacándose al arquero, fue prácticamente idéntico, como si aquel joven de 19 años lo hubiese ensayado una y otra vez. Lo diferente fue el contexto. El original sirvió para que Argentina clasificara a las semifinales de un mundial, mientras que la copia no alcanzó para que el Barcelona se metiera en la final de la Copa del Rey. Es decir, parecidos, pero no tanto.
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Meses después ese mismo año, Messi reversionó la famosa ‘Mano de Dios’ en un partido de liga contra el Español. Desde años atrás se venía hablando de un chico bajo, zurdo, habilidoso y argentino que hacía recordar a Maradona, y el por entonces adolescente parecía sentirse cómodo con la comparación. Y cómo no, si para cualquier gaucho que practique el fútbol, el 10 era (y sigue siendo) la medida de todas las cosas.
Pero los años pasaron y esa sombra se agigantó tanto que terminó convirtiéndose en un equipaje imposible de cargar para el jugador del Barcelona. Empeñados en equipararlos, le exigían que recorriera los mismos pasos que su compatriota y le deban palos si intentaba hacer su propio recorrido. Queríamos que Messi remedara a Maradona porque nos gusta que las historias felices se repitan, pero él tenía que andar su propio camino, precisamente porque es Messi y no Maradona, y así los grandes tengan ídolos, no siguen modelos prefabricados, sino que escriben su propia historia.
Por eso se agarraban de todo para criticarlo. No haber ganado un mundial era su debe más grande, pero también estaba el hecho de que nunca hubiera vuelto grande a un chico, como hizo Maradona como el Napoli. Que no sentían la camiseta de la selección, que era un pecho frío, que no hablaba, que no era un líder; cada vez que fallaba, a Lionel lo destrozaban por no ser Diego. ¿Por qué Messi tenía que jugar en un club pequeño para demostrar su valía? Cada tanto sale algún subnormal haciendo ese tipo de pedidos: que Guardiola dirija a Defensa y Justicia o que Mbappe juegue en Rampla Juniors, a ver si son tan buenos.
A los colombianos nos pasó algo similar en nuestra humilde escala. Retirado Valderrama, nos pasamos años buscando a su sucesor. Sedientos de un líder que armara juego y desparramara talento, graduamos del nuevo Pibe a jugadores como Arley Betancourth, Giovanny Hernández, Víctor Pacheco, Néider Morantes y hasta a Jhon Mario Ramírez. Tuvo que pasar década y media para que llegara James Rodríguez, que no solo igualó, sino que superó al maestro.
Y si eso ocurrió acá, que somos un país minúsculo en temas futboleros, calcule usted en Argentina, donde el fútbol está por encima de cualquier otro rubro de la sociedad. Tener a alguien que parecía Maradona pero que no llegaba a serlo del todo era un drama nacional. Pero insisto, cada uno tenía que andar su camino. Dicen quienes lo vieron, que los años más felices del campeón del 86 fueron los de sus comienzos en Argentinos Juniors, época de la que casi no hay registros gráficos. Luego de aquello fue Ídolo en Boca, fracasó en Barcelona, fue Dios en Italia y terminó reventado por sus escándalos de doping. Messi en cambio nunca ha jugado en su país y seguramente nunca lo haga, es el jugador más importante de la historia del Barcelona y pudo triunfar con la selección mayor después de los 32, cuando la mayoría de futbolistas están pensando más en el retiro que otra cosa.
Así nos empeñemos en equipararlos, Maradona y Messi no resisten comparación y el tema de quién es el mejor jugador de la historia (Pelé de por medio) es el debate más estéril que existe. Cuando dicen que Maradona era mejor que Messi lo que de verdad dicen es que era más hábil, más vistoso, más bello verle jugar. Messi es igual de genio, pero es más utilitario, no usa lujos, y eso lo hace brillar menos. Eso en la manera de jugar, porque en títulos colectivos e individuales, el rosarino gana por goleada. Algo parecido pasaba en Brasil con Ronaldinho y Rivaldo: el primero te mataba por calidad y habilidad, mientras que el segundo era tan o más bueno, pero se ahorraba los firuletes.
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Luego de años de críticas, ahora que los hizo campeones mundiales todo es amor con Messi en Argentina, porque en el fútbol a la larga no importa quién es mejor, sino quién nos hace más felices. El título en Qatar está muy fresco y Messi aún es jugador activo, mientras que el campeonato en México ocurrió hace décadas y Maradona falleció hace poco más de un año. El tiempo hará lo suyo y esta nueva copa de Argentina será tanto o más importante que la del 86. Con el tiempo también, Messi está destinado a ser recordado como más grande que Maradona. No será culpa de nadie, es lo que pasa cuando con los años los ídolos se hacen cada vez más añejos.