Todo un fenómeno es Francia Márquez, electoral y social. Lo electoral ya lo sabemos y nos tomó por sorpresa: casi ochocientos mil votos en la consulta interna del Pacto Histórico y ahora fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro, algo impensado meses atrás. Sin embargo, es el impacto social el que más llama la atención.
PUBLICIDAD
A Márquez le bastó medio asomar la cabeza para recibir todo tipo de ataques desde los frentes más diversos. Unos han sido feroces, algunos fueron más moderados, pero en general se siente la incomodidad con su presencia, una especie de “Bienvenida a la fiesta, pero no te amañes mucho que esto no es para ti”.
Puede leer: De exmilitante en el M-19 a candidato presidencial en el 2022
Solemos tenerle miedo a lo diferente, a lo nuevo, y Francia Márquez es ambas cosas. Y es extraño que la veamos así, teniendo en cuenta que vivimos en un país que es una mezcla de clases y razas. Lo que pasa es que hemos estado juntos, pero no revueltos, los privilegiados de un lado, y los relegados al otro, de ahí la reacción del establecimiento con su presencia, como si la candidata se estuviera metiendo en su territorio sin permiso. Y es una obviedad lo que digo, solo que no sobra reafirmarla para entender por qué muchos se sienten amenazados con su presencia. Dirán que no son racistas ni clasistas, pero es casi imposible no serlo en una sociedad tan inmóvil y jerárquica como la nuestra.
Otra cosa que ocurre es que el odio es miedo transformado, de ahí a la violencia verbal e incluso amenazas que ha sufrido Francia Márquez. Nunca se habían enfrentado a algo así antes porque a mujeres como ella las hemos visto en otros ámbitos, nunca dirigiendo, por eso le temen al cambio, a perder sus privilegios y a ver que el mundo que conocen cambia e incluso desaparece. Es un sentimiento muy frecuente, muy humano, pero de ninguna manera justifica la forma en que se han portado con ella. Hay que ver el escándalo que le armaron porque dijo Mayoras; si se hubiese robado el dinero para un colegio público, como los demás, no la hubieran tratado con tanta dureza.
Y yo no le tengo mucha fe a Francia Márquez. Creo que es honesta en su deseo por cambiar el orden de las cosas y darles oportunidades a los que históricamente relegados, y que, de ganar, hará todo lo que esté dentro de su poder para lograr tal cosa. Lo que pasa es que, si miro un poco más allá, la veo instrumentalizada por una cantidad de políticos tradicionales que de buenas intenciones poco y de hambre de poder mucho. Una especia de distracción, “Mira el pajarito para que no te des cuenta de la foto que te estamos sacando”.
Lea también: “Doña Francia desconoce los avances de nuestra democracia”: expresidente Uribe
PUBLICIDAD
De Petro para abajo (Barreras, Benedetti, Hoyos y compañía), se siente que la están usando como punta de lanza para que aquellos que quieren un cambio real voten por esa recua de politiqueros. Si el Pacto gana las elecciones, Francia llegará a la Casa de Nariño, pero junto a ella llegarán también todos aquellos que la ensalzaron quién sabe con qué intenciones. Podré estar equivocado, pero es que yo no por defecto no confío en ningún político.
Y deben estar felices de que Francia se lleve toda la atención, así pueden hacer lo que les plazca sin que se note. Con ella como imagen y objetivo de ataques, el resto puede maniobrar por debajo del radar sin ser detectado, muy sucio todo. A ella Le deseo lo mejor y me alegra que haya aparecido; creo en sus buenas intenciones así solo con eso no alcance. Eso sí, me entristece ver por quien está rodeada y creo que ese matrimonio no va a terminar bien. Tarde o temprano, la política siempre termina rompiéndonos el corazón.