La segunda jornada de la cumbre del G7 en Kananaskis, Canadá, estuvo marcada por una combinación de avances diplomáticos y nuevas tensiones que dejaron en evidencia las divisiones internas del grupo frente a una compleja agenda global.
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La escalada del conflicto entre Israel e Irán desplazó las discusiones económicas como tema central. Con bombardeos cruzados y un número creciente de víctimas, los líderes de las potencias occidentales buscaron enviar un mensaje de contención. Países como Alemania, Reino Unido, Francia e Italia acordaron una declaración conjunta para pedir la desescalada inmediata del conflicto, reiterando su rechazo a una posible capacidad nuclear iraní. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también se sumó al llamado, pidiendo “medidas urgentes para evitar un conflicto regional de gran escala”.
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Progresos comerciales: acuerdos bilaterales y promesas de inversión
En contraste con la tensión en Medio Oriente, la jornada dejó noticias alentadoras en el ámbito económico. El presidente estadounidense Donald Trump y el primer ministro británico Keir Starmer anunciaron un nuevo acuerdo comercial que reduce aranceles y amplía el acceso a mercados clave.
“Es justo para ambas partes” y “generará muchos puestos de trabajo e inversiones”, aseguró Trump, aunque cometió un lapsus al referirse erróneamente al pacto como un “acuerdo con la Unión Europea”.
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Starmer, por su parte, lo calificó como “muy importante” y aseguró que “hoy es un gran día”. El pacto contempla, entre otros puntos, una cuota anual de 100.000 vehículos británicos exportados a EE. UU. con un arancel reducido del 10 %, en lugar del habitual 25 %, así como cupos exentos para productos como acero y aluminio.
Además, Trump y el primer ministro canadiense, Mark Carney, acordaron establecer un nuevo tratado bilateral en menos de 30 días. En paralelo, Ottawa y Londres decidieron fortalecer su cooperación política y militar, incluyendo un mayor respaldo a Ucrania.
Fricciones diplomáticas y un giro inesperado
En medio de los avances, las tensiones no tardaron en emerger. Trump volvió a defender públicamente al presidente ruso Vladimir Putin, cuestionando la exclusión de Rusia del G7 y provocando el malestar de varios líderes presentes.
“El G7 solía ser el G8. Barack Obama y un tal Trudeau no querían que Rusia participara, y yo diría que fue un error”, afirmó Trump en presencia de Mark Carney, lo que generó incomodidad diplomática.
Minutos después, la Casa Blanca confirmó su salida anticipada del foro, cancelando reuniones previstas con líderes como la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Incidentes de seguridad y un entorno poco habitual
El día también tuvo momentos de tensión en materia de seguridad. Un avión privado ingresó sin autorización en el espacio aéreo restringido, lo que obligó a una rápida intervención de aviones de combate CF-18 del NORAD. A esto se sumó la proximidad del lugar de la cumbre con zonas naturales frecuentadas por osos y pumas, lo que obligó a instalar vallas eléctricas y restringir senderos.
En medio de un clima geopolítico convulso, el G7 avanza con cautela y bajo la presión de una realidad global que impone nuevas prioridades cada hora. Mientras algunos países buscan consensos, otros como Estados Unidos, bajo el liderazgo de Trump, siguen tensionando los delicados equilibrios de la diplomacia internacional.