Pese a las recientes declaraciones del presidente Gustavo Petro sobre el riesgo de que los mosquitos transmisores de fiebre amarilla lleguen a Bogotá transportados en vehículos durante Semana Santa, autoridades sanitarias y epidemiólogos aseguran que no existen condiciones para que se genere un brote en la capital.
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El mandatario anunció el pasado 15 de abril que declarará la emergencia sanitaria y económica por el aumento de casos. En sus redes sociales, afirmó que los mosquitos transmisores “podrían llegar a Bogotá por los carros de los turistas” y que, dada la densidad poblacional, esto podría disparar los contagios.
Sin embargo, desde el Instituto Nacional de Salud (INS) se descartó esa posibilidad. Según su oficina de comunicaciones, “esta especie se distribuye principalmente en localidades con altitudes menores a los 2.300 metros sobre el nivel del mar (msnm)”. Bogotá se ubica por encima de los 2.600 msnm. “Acorde con el ciclo de vida y biología de esta especie, no es biológicamente posible su reproducción en la ciudad”, añadió la entidad.
Ni altitud ni temperatura permiten su supervivencia
La afirmación es respaldada por la Asociación Colombiana de Epidemiología (Asocepic), que afirmó en un comunicado del 16 de abril que Bogotá “no presenta condiciones ecológicas para la transmisión autóctona”, a pesar de que el cambio climático ha permitido que el mosquito se encuentre en zonas hasta los 2.200 msnm.
La epidemióloga Silvana Zapata explicó que la capital mantiene temperaturas promedio de 9 a 19 °C, rango que está por debajo de las condiciones necesarias para que el mosquito Aedes aegypti —transmisor del virus en entornos urbanos— sobreviva. Este vector necesita temperaturas entre 22 y 32 °C, humedad constante y agua limpia estancada.
En Colombia, los casos recientes se han concentrado en zonas rurales y cálidas. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó que, aunque el virus suele circular en zonas selváticas, en 2025 comenzó a detectarse en regiones como Tolima, más cercanas a centros poblados. En todos los casos confirmados, las personas infectadas habían estado en zonas de riesgo.
El infectólogo Carlos Álvarez aclaró que “hipotéticamente podría ocurrir que un mosquito infectado llegara en un carro y, antes de morir, picara a alguien y ocurriera un caso aislado”, pero enfatizó que “no es posible que a partir de esto ocurriera un brote en Bogotá”.
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Vigilancia en zonas de riesgo, no en Bogotá
La OPS advierte que una epidemia solo se desencadena cuando hay mosquitos transmisores en zonas densamente pobladas, lo cual no aplica para Bogotá. Asocepic coincidió en que la prioridad debe estar en monitorear zonas cálidas donde sí existen condiciones propicias para la reproducción del mosquito.
“La vigilancia epidemiológica activa y la vacunación preventiva en estos corredores deben ser una prioridad urgente”, señaló la organización.
Desde septiembre de 2024 hasta la fecha, el INS ha confirmado 74 casos de fiebre amarilla y 32 muertes, con una letalidad de más del 43 %, especialmente en personas no vacunadas. La fiebre amarilla no tiene un tratamiento específico, y la vacunación sigue siendo la principal medida de prevención.
El Ministerio de Salud recuerda que la vacuna es gratuita y está disponible en centros habilitados en todo el país. Además, sugiere que quienes viajen a zonas de riesgo lo hagan con ropa protectora, repelente y mosquiteros.
