A finales de 2017 Colombia vivió un histórico momento, con el cese al fuego bilateral entre el gobierno de Juan Manuel Santos y el Eln, mientras avanzaban los diálogos de paz en La Habana, al igual que ocurrió en años anteriores con las Farc. Para ese momento, la segunda guerrilla más grande del país veía con recelo el acuerdo de paz firmado con las Farc y la forma en la que desarrollaba su implementación.
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Ahora parece que el país se prepara para un nuevo capítulo en este proceso gracias a los anuncios hechos desde el Gobierno del presidente Gustavo Petro, quien desde el día uno está buscando la “paz total”.
Durante el fin de semana el mandatario aseguró que “de las palabras hay que pasar a las acciones” refiriéndose a los comunicados que ha emitido el Eln, y luego aseguró que “las acciones podrían comenzar si empezamos ese diálogo con un cese multilateral de hostilidades, un cese al fuego que le propongo a estos grupos en todo el país se realice”.
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Por su parte, desde el Congreso colombiano se trabaja en una “gran cumbre de cese al fuego”, en la que organizaciones sociales, movimientos y la ciudadanía participarían de una “movilización nacional en torno al alto al fuego multilateral”.
¿Qué pasó con el cese al fuego bilateral de 2017?
Ese cese de acciones violentas de ambas partes estuvo minado con algunos hechos, pues mientras que de un lado las Fuerzas Militares aprovecharon para avanzar en la erradicación forzosa de cultivos ilícitos –cuando los campesinos esperaban una sustitución–, del otro lado la guerrilla sacó ventaja para engrosar sus filas y entrenar a sus miembros más jóvenes.
En todo caso, este grupo ilegal dispuso desde el 1 de octubre de ese año hasta el 1 de enero del siguiente parte de su tiempo para discutir lo que sucedía en Cuba con los negociadores de paz, todos miembros del Comando Central (Coce) del Eln. PUBLIMETRO tuvo la oportunidad de presenciar esas reuniones en las selvas del Chocó, junto a miembros del Bloque de Guerra Occidental Ómar Gómez, dirigido en ese momento por el comandante ‘Uriel’.
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Para esas fechas, a finales de octubre, principios de noviembre, los más de 100 guerrilleros que acampaban en uno de los pequeños pueblos a orillas del río San Juan, en Chocó, se reunían cada miércoles convocados por una “hora cultural”, en la que a través de radioteléfonos se contactaban con otros frentes del Eln para intercambiar cuentos y poesías. Pero también aprovechaban para hablar de temas claves como lo que sucedía en el país sede de las negociaciones.
“No se trata de quitar pedazos del acuerdo con las Farc y ponérselos al del Eln. Nosotros dijimos que este no sería un proceso exprés y que nos tomaríamos el tiempo para discutir punto por punto”, fueron las palabras del comandante ‘Uriel’, dado de baja en octubre de 2020, en el gobierno de Iván Duque.
Para ese momento existía mucha desconfianza entre las filas del Eln, pues se reconocían como una guerrilla muy diferente a las Farc, con ideales distintos y una organización compleja. Y justamente eso mismo se lo han hecho ver en la actualidad al Gobierno Petro.
Diálogos internos del Eln
Hace semanas se conoció una declaración que entregó a CM& el jefe máximo del Eln, Eliécer Erlinto Chamorro, alias Antonio García. “Si el Gobierno nos mete en el mismo costal que las bandas o grupos paramilitares, ahí no vamos a participar. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”, señaló, dejando ver cierta desconfianza que aún permanece al interior de esa guerrilla.
Por eso el comisionado de Paz, Iván Danilo Rueda, anunció que “el Gobierno adoptará todas las medidas políticas y jurídicas en el marco del derecho interno y el derecho internacional, para garantizar las condiciones que permitan el reinicio de las conversaciones con el Eln, incluido el reconocimiento de los Protocolos”.
Esto, al parecer, incluiría permisos para que este grupo pueda reunirse y discutir con el Coce lo que se negociará en La Habana. “Ellos se tendrán que reunir como organización guerrillera y el Estado colombiano deberá garantizarles esa posibilidad de reunión”, manifestó Rueda a El Colombiano.
Al parecer, el siguiente paso que le queda al Gobierno, además de la suspensión de las extradiciones de los negociadores de esta guerrilla, es propiciar un nuevo cese al fuego que sea bilateral.