El empresario colombiano Nicolás Urrutia se acercó a la policía del distrito San Juan de Lurigancho, de Lima, Perú, el miércoles 19 de octubre para denunciar el secuestro de su pareja, Anali del Pilar Luna Tavera, quien además estaba embarazada.
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La mujer había sido plagiada el martes 19 de este mes.
El atribulado hombre llegó a la policía con una foto de la mujer amarrada a un silla y con la boca tapada con una cinta adhesiva y un mensaje en que se leía: “Vamos hablar algo claro. Yo tengo a la mujer y a tu hija y si quieres volver a verlas necesito que me des 200.000″.
La policía de inmediato inició un amplio operativo por la zona, pero sin suerte.
Pasó un día y, el jueves 21 de octubre, la propia Anali llegó a la comisaría para ratificar que había sido secuestrada y contar su historia.
Según señaló, había sido plagiada cuando se dirigía a una clínica para someterse a un intervención quirúrgica.
Durante el secuestro, además, sus captores le habría practicado un parto inducido.. Incluso, la mujer señaló el lugar donde había estado secuestrada.
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Todo se cae
Pero la cinematográfica historia de Anali comenzó a caerse de poco, cuando la policía llegó a la clínica donde supuestamente sería intervenida.
Ahí aseguraron que la mujer no tenía programada ninguna operación. Y lo que es peor, descartaron de plano que estuviera embarazada, pues Anali se había sometido hace años a un método anticonceptivo quirúrgico denomino “bloqueo tubárico bilateral”.
Ya sin respuestas ante el peso de las pruebas, la mujer o tuvo más opciones que reconocer que todo fue una mentira, y que lo que buscaba era quitarle a su novio 200.000 soles peruanos, más de 50.000 dólares.