Detrás de cada emprendimiento exitoso hay una historia de disciplina, determinación y amor por lo que se hace. Así nacieron D’luchi (bronceadores y productos relacionados), Kaba (cuidado facial, corporal y capilar), La Receta CBD (productos con cannabis) y OMG (depilación y cuidado íntimo), marcas que se posicionaron en el mundo de la cosmética natural, pero que comenzaron desde cero, con una joven universitaria llena de sueños, una venta inesperada a México y muchas ganas de no dejar pasar una oportunidad.
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Luisa Chima, CEO y fundadora de estas marcas, no es solo una empresaria, es una mujer inspiradora que con carisma y determinación, cuenta cómo su historia empresarial comenzó sin proponérselo: “Tenía un emprendimiento de vestidos de baño cuando estaba en la universidad. Monté una especie de multimarcas con todo lo relacionado con playa: salidas, sandalias… y también bronceadores”.

Pero todo cambió el día que un cliente desde México le pidió 500 unidades de los bronceadores que ella comercializaba. El proveedor le dijo que no tenía la capacidad de producción, por lo que decidida a no perder la oportunidad dijo: “‘¡Yo no voy a perder esto!’, porque era el negocio de la vida. Así que le propuse al cliente hacerle yo misma los bronceadores… y él confió en mí sin dudarlo”.
De inmediato consiguió una química farmacéutica, aprobó la fórmula, la probó junto a un grupo de mujeres en una piscina, y en tiempo récord logró entregar el pedido. “Nos funcionó súper bien. Me sobraron productos, se los mandé a unas amigas que tenían muchos seguidores —actrices, modelos—, y cuando empezaron a publicar en redes, ¡boom!, explotaron las ventas”.
Así, sin planearlo y gracias a su determinación, nació su exitoso camino en la industria cosmética.
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“Yo nací para vender”
Luisa recuerda con una sonrisa que desde pequeña su pasión por el comercio estuvo presente: “Vendía chocolatinas en el colegio, después accesorios en la universidad. Siempre estaba vendiendo algo”. Aunque se graduó como abogada con énfasis en derecho comercial, su corazón y olfato estaban en otro lado: “Nunca me vi ejerciendo en un bufete. Mi mundo era otro”.
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Cuando vio el potencial de los bronceadores, no dudó en apostarlo todo: formalizó su empresa, registró marcas, sacó los permisos del INVIMA y empezó a construir una identidad visual fuerte. “Las primeras etiquetas eran horribles, en dos tonos de café para que salieran baratas. Después invertí en el diseño, en la marca… en hacerlo bien”, recuerda entre risas.

También decidió formarse. “Yo no sabía nada de marketing, de costos, de ventas. Empecé a estudiar mucho, muchísimo. Y lo primero que hice fue contratar a mi papá y a mi tío. Ellos empacaban pedidos, llevaban las guías, recogían en los laboratorios. Fue muy lindo tenerlos conmigo en los inicios”.
De una idea casera a una empresa global
Hoy, Luisa lidera un grupo empresarial con cuatro marcas, presencia internacional en países como Ecuador, Perú, México, Panamá, Estados Unidos y la Unión Europea, y cerca de 200 colaboradores. “¿Que si me lo soñé? ¡Claro! Y más grande aún. Porque para mí ni el cielo es el límite”.
Pero el crecimiento no ha sido fácil. Entre los mayores retos, Luisa destaca la mejora continua en calidad, el desarrollo de nuevos productos, y la construcción de un equipo sólido. “Tener talento humano comprometido es un reto, pero también una bendición. Hoy tengo un equipo directivo increíble, expertos en sus áreas, que han llevado la empresa a otro nivel”.
Aunque ha delegado algunas responsabilidades, hay temas que sigue liderando con firmeza. “Todo lo aduanero lo manejo yo. Me parece demasiado delicado. Una vez nos revisaron 10 procesos de importación y todos estaban perfectos. Me gané una carita feliz”, cuenta entre risas.
Creadora de contenido de sus propias marcas
Respecto a su papel como generadora de contenido, Luisa confiesa que nunca se imaginó en ese rol: “Nunca lo pensé porque yo me los gozaba tanto. Mi esposo y yo nos reíamos tanto de los influenciadores y como que no era algo que yo esperaba hacer”.
Sin embargo, empezó a crear contenido para hablar de la empresa y, sin proponérselo, su comunidad comenzó a crecer. “Hemos crecido muchísimo con el respaldo de mi marca personal, nos ha ayudado mucho a crecer. Me he convertido como en la vocera principal y hay muchas personas que se conectan conmigo, entonces como que me aman a mí, entonces aman las marcas”.
Consciente del impacto de su presencia en redes, también reconoce el lado difícil: “Todo es un arma de doble filo. Hay gente que me odia sin conocerme siquiera, intentan hacerle mala fama a las marcas, hablar mal de mí, hablar mal de todo; pero bueno, eso son cosas que sabíamos que iban a pasar”. Aun así, el balance es positivo: “Desde que mi marca personal creció, la empresa creció demasiado. Las ventas, hemos crecido internacionalmente; entonces, al final del ejercicio, la marca personal nos ha servido demasiado”.

Un compromiso con el planeta
La sostenibilidad no es un tema decorativo para Luisa. Es parte esencial del ADN de sus marcas. “El 100% de nuestra planta de producción y bodegas funcionan con energía solar. Todas las aguas residuales se tratan, porque estamos en medio de una reserva natural. No entregamos bolsas plásticas, usamos materiales reciclables y biodegradables”.
Pero también hay un compromiso profundo con lo social: “Damos almuerzo todos los días a nuestros empleados, transporte desde y hacia Medellín, préstamos sin intereses, programas de salud adicionales. La sostenibilidad no es solo ambiental, también es humana”.
Luisa sueña con seguir creciendo, pero sin perder el alma. “Quiero ser una multinacional, sí. Pero una en la que la gente sueñe con trabajar. Un Great Place to Work. Que podamos generar empleo digno en muchos países. Eso me mueve”.
El producto consentido y el futuro
Aunque el champú de cebolla es el producto más vendido, hay uno que ocupa un lugar especial en su corazón: el bronceador de chocolate y miel. “Amo el sol, la playa, estar bronceada. Ese bronceador me fascina. Es mi favorito y no lo suelto”.
Cuando se le pregunta si alguna vez imaginó llegar tan lejos, no duda: “Sí, siempre lo soñé. Y lo sigo soñando. Porque los sueños grandes son los que te empujan cada día”.
Y así, con una mezcla de amor por las ventas, disciplina y un compromiso firme con su gente y el planeta, Luisa Chima se consolida como una de las empresarias jóvenes más inspiradoras del país. Su historia es prueba de que los sueños, cuando se trabajan con pasión, se pueden tocar. Además, como ella misma dice, “ni el cielo es el límite”.
Las cifras
- 200.000 unidades produce entre todas las marcas dentro de su propia planta que tiene 5000 m2.
- 80% de sus empleados son mujeres, muchas de ellas cabeza de familia.
- Más de 24 millones de dólares en ventas anuales en el 2024.