“Estás como respuestica”, “Te estás como engordando”, “Te están creciendo los cachetes”, “Estás como cuadrada”, son solo algunas de las frases que al interior de las familias se escuchan cuando hay alguno de sus miembros que por alguna razón está subiendo de peso. Eso, sumado a los cientos de influenciadores que nacen cada día y que pretenden mostrar una vida perfecta a través de las redes sociales, en la que está incluido un cuerpo delgado y escultural, que determina cuáles son las medidas que debe tener un cuerpo, están impactando en la salud de las personas desde más corta edad.
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PUBLIMETRO conoció la historia de una joven, que sufrió un trastorno alimenticio luego de haber subido 10 kilos y tener que enfrentarse a los comentarios de su familia y entorno. “Yo pesaba 53 kilos y me subí a 63 cuando tenía 15 años. Toda la familia de mi mamá me vivía diciendo que estaba gorda, cuadrada, que parecía un tamal. Después ya pasó a otras personas que se la pasaban diciéndome que estaba gorda, como si yo no me diera cuenta. Me vivían dando consejos no pedidos todo el tiempo”, comentó Juliana.
Ante la presión y la desesperación por la cantidad de comentarios que recibía tomó una decisión desesperada, “empecé a vomitar después del almuerzo. Iba a la casa de mi abuela, almorzaba, esperaba un ratico y me metía los dedos a la boca y vomitaba lo que reciben había comido. Así duré como una semana, pero dejé de hacerlo porque me puse muy mal. Así que cambié y dejé de comer por la noche y con eso empecé a ver resultados. Bajé los 10 kilos súper rápido. Pero, los comentarios ya no eran porque estaba gorda sino porque estaba muy delgada”.
Juliana confiesa que su mamá nunca le hizo comentarios sobre su cuerpo, pero sí tuvo una pareja que seguía a muchas mujeres en sus redes sociales que tenían cuerpos esculturales y que le empezó a hacer comentarios inapropiados sobre su cuerpo, lo que le afectó y finalmente esa relación terminó. “Ahora es complejo este tema para mí porque si me subo un kilo me da un pavor horrible y vuelvo a la misma dinámica de no comer de noche, pero nunca volvería a vomitar”.
Trastornos de la alimentación
Marcela Escobar Trujillo, médica nutrióloga, explicó que “como seres humanos condicionamos nuestro comportamiento o lo moldeamos con lo que vemos en redes sociales y con el entorno, con lo que nos dicen en nuestra familia, con la forma en la que nos educaron, con lo que estamos viendo en el colegio, en la universidad; con la forma en la que nos relacionamos con otros también, entonces digamos que es un tema muy profundo”.
Trujillo asegura que actualmente hay subdiagnóstico o no se está diagnosticando de la manera correcta a las personas que tienen algún trastorno con la comida. “Cada vez aparecen más trastornos que no están dentro los típicos trastornos de alimentación que son la anorexia, la bulimia, el comer compulsivo y el comedor por atracones. Uno encuentra que cada vez más hay personas que no entran dentro de estos diagnósticos, pero que tienen problemas con la alimentación”.
La médica indicó que existen banderas rojas que señalan que no hay un relacionamiento sano con la comida, “un trastorno es algo que me cambia la vida, que me cambia la dinámica para socializar, para salir, para hacer otras cosas. Por ejemplo: una persona que prefiere no salir para no comer más de la cuenta no está tipificada dentro de los trastornes, pero ya está teniendo problemas en socializar o en hacer otras actividades de su vida porque no quiere engordar, eso ya empieza a hablar de que hay un trastorno”.
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La nutrióloga fue enfática al decir que “una cosa es uno comer para estar saludable y otra cosa es uno comer para llenar un estereotipo específico de belleza que tienen las redes sociales o que tiene la televisión. Hay que entender que no todos sabemos dentro del mismo cuerpo, dentro de la misma figura”.
Por su parte, Tatiana Urrea, psicóloga clínica con maestría en trastornos de la conducta alimentaria de la Universidad de Barcelona, explicó que los ideales de belleza han existido desde siempre y con estos la influencia de estándares.
“Lo que pasa ahora es que los medios de comunicación han ido evolucionando y con el aguje de las redes sociales tenemos acceso mucho más directo a este tipo de estándares. No es como hace unos años que tocaba comprar la revista para poder acceder a estas imágenes, ahora la tenemos directamente y con el surgimiento de los influencers eso ha tenido un impacto sobre esos estereotipos”, explicó la psicóloga.
Urrea considera que las redes sociales pueden transmitir cosas positivas, pero “también tenemos que reconocer que pueden generar, digamos, distintas alteraciones sobre nuestra percepción e imagen corporal. Por ejemplo, puede suceder que frente a esos estereotipos empiece yo a sentirme que no cumplo con ellos y se empieza a generar una percepción negativa de mi propia imagen corporal, lo que puede producir dificultad en autoconcepto, en autoestima, en el estado de ánimo y en la satisfacción que tengo con mi cuerpo”.
La experta es enfática al asegurar que los trastornos de alimentación en nuestra sociedad actualmente están completamente normalizados, como que las personas hagan dieta, que las niñas hagan ejercicio compulsivo o que se quiera bajar intencionalmente de peso para verse mejor.
“Están supremamente normalizadas estas conductas y en el contexto en el que yo lo haga lo que voy a recibir es una felicitación y no una preocupación. Ya nos preocupamos cuando la persona afectada por estas conductas se descompensa o lo papás notan que ya no está comiendo”, agregó.
Sin embargo, la psicóloga aclaró que las personas que sufren de un trastorno de alimentación tienen predisposición genética y no es un comportamiento aprendido.
“En algunos contextos se ha mencionado que es una enfermedad de tipo mental, más que sea un comportamiento aprendido, es una condición que está anclada y vinculada también a factores genéticos”, dijo la experta.
La frase
“Una cosa es uno comer para estar saludable y otra cosa es uno comer para llenar un estereotipo específico de belleza”, Marcela Escobar Trujillo, médica nutrióloga.
La cifra
9 años, es la edad en la que actualmente se empiezan a desarrollar los trastornos alimenticios.