Por lo normal cuando se llega a una determinada sensación extraña que nos preocupe, inquiete e incluso, que nos dé asco, por lo normal las personas lo llegan a identificar con dos palabras: miedo y fobia. Sin embargo, es importante entender que, aunque tengan muchos parecidos, sus significados son un tanto diferentes y tienen particularidades que los detallan por separados.
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Diferencias
Las fobias son en realidad graves, diagnosticables y más agudas de lo que implica el uso frívolo de etiquetas en la cultura cotidiana. Claudio Pla, médico psiquiatra y psicoanalista especialista en trastornos de ansiedad, gestión del estrés y fobias en Argentina, dio algunas referencias en el medio Bienestar para poder entender el alcance de cada palabra.
“La fobia está definida como un miedo irracional a un objeto o situación que el sujeto vive como amenazante, lo que le genera ansiedad y estrés, con síntomas físicos (equivalentes a los del pánico como: taquicardia, falta de aire, problemas digestivos, aleteos de mariposas en el estómago, diarrea, vómitos, alteración de la presión arterial, mareos o desmayos) y mentales, como miedo a morir, a perder el control, a volverse loco, momentos de irrealidad (como que se está viviendo en una película)”, indicó el especialista.
Por su parte, Francisco Conesa Beltrán, especialista en Psicología Clínica en España, explica que el miedo es una emoción normal que las personas tienden a experimentar con frecuencia. “Una respuesta normal y adaptativa ante una situación u objeto que representa un peligro real. La respuesta de miedo es la que nos hace quitar la mano de la proximidad con una plancha caliente, la que evita que crucemos una calle cuando está transitada continuamente por coches o la que nos pone en alerta cuando escuchamos una bocina cerca”.
