George Kramarski no solo es uno de los nombres más prometedores del jazz contemporáneo colombiano; también es un músico que ha aprendido a habitar la frontera: entre continentes, géneros y estados emocionales. Su más reciente trabajo discográfico, Songs of Tides and Feathers, es el resultado de años de exploración musical, migración interior y conexión con sus raíces. Un álbum compuesto por seis temas que no solo narran su evolución como artista, sino que también abren un universo sonoro de melodías finas, improvisación colectiva y una sensibilidad que oscila entre la calma del océano y el vuelo introspectivo de un ave.
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La producción, ya disponible en plataformas como Spotify, incluye temas como Letter to Carla & Steve, Quiet Fire, Naima, Río Cali, Sailboat & Sailors y The Center of the Sky. Cada uno de estos títulos, por sí solo, parece invocar un paisaje emocional. Juntos, conforman una bitácora personal donde el bajo eléctrico se convierte en narrador, guía y punto de encuentro entre mundos musicales.
“Este disco surgió de una necesidad muy personal”, explica Kramarski desde su residencia en Nueva York. “Durante años toqué en bandas, acompañé a otros artistas, pero sentía que era hora de mostrar mi voz como compositor. Songs of Tides and Feathers no es un álbum hecho por encargo; es un proyecto que reúne todas mis influencias, desde lo que escuchaba en la casa con mis papás, hasta lo que he aprendido en estos años fuera de Colombia”.
Esa mezcla es palpable en cada corte del disco. Las atmósferas del jazz contemporáneo se entrelazan con formas rítmicas y melódicas propias de la música tradicional colombiana y de América Latina: cumbias, bullerengues, pasillos y hasta matices andinos. Pero lejos de resultar una fusión forzada, la propuesta de Kramarski se siente orgánica, como si cada elemento estuviera ahí por una razón emocional más que técnica.
George nació en Cali, pero su formación ha sido tan global como su música. Estudió en Berklee College of Music, en Boston, una de las universidades más importantes del mundo en su campo, y actualmente reside en Nueva York, ciudad que describe como “una meca del jazz, pero también un lugar donde uno aprende a escucharse y a buscar su propio espacio”.
Ese espacio, en el caso de Kramarski, no ha estado definido por etiquetas. “A veces me preguntan si hago jazz fusión, world music o música experimental”, dice. “Y la verdad es que no me preocupa mucho el nombre. Lo que intento es contar historias desde lo sonoro. Que quien escuche pueda conectarse, aunque no sepa de teoría musical. Si siente algo, si se emociona o se transporta, entonces la música cumplió su objetivo”.
En Songs of Tides and Feathers, esa intención narrativa se siente desde el primer tema. En Letter to Carla & Steve, por ejemplo, el bajo construye una atmósfera íntima, casi confesional, que da paso a diálogos entre el piano y la batería que remiten a un intercambio epistolar entre amigos de toda la vida. En Río Cali, una de las piezas más evocadoras, el músico rinde homenaje a su ciudad natal, combinando una estructura jazzística con un pulso rítmico que recuerda a las fiestas populares del Pacífico.
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“Cuando interpreto algo con sabor colombiano, algo cambia en mí: la forma en que toco, me muevo, me conecto. Es una forma de recordar de dónde vengo”, afirma.
Pero el disco también explora otros territorios emocionales. En Quiet Fire, el título funciona como metáfora de una energía contenida, que arde sin hacer ruido. Es una composición que refleja el lado más introspectivo del músico, donde la pausa y el silencio son tan importantes como las notas.
Uno de los rasgos más distintivos del disco es el uso de la improvisación colectiva. A diferencia del formato más tradicional, en el que un solista lleva la voz principal y los demás lo acompañan, en este trabajo cada músico tiene la libertad de proponer, intervenir y construir sobre lo que el otro dice. Es un proceso que exige generosidad, escucha activa y una confianza total en el grupo.
“En este disco yo no soy un líder que impone; soy más bien un facilitador”, explica Kramarski. “Cada tema fue construido en diálogo con los músicos. Grabamos en vivo, sin claqueta, y muchas de las cosas que quedaron en el álbum nacieron en el momento. Esa espontaneidad es clave para mí, porque refleja lo que el jazz siempre ha sido: una música viva, cambiante, libre”.
Y es justamente esa idea de libertad lo que atraviesa todo el álbum. No solo en lo musical, sino también en lo conceptual. “Para mí, el jazz es una invitación a la libertad”, dice. “Es un lenguaje que permite explorar, fallar, descubrir. Cuando un músico improvisa, está tomando riesgos, pero también está siendo honesto. Esa honestidad es lo que yo busco en mi música”.
Además de componer y tocar, Kramarski también se ha dedicado a la enseñanza. Hoy en día dicta clases privadas, pero ha participado como educador en festivales y programas comunitarios, como el New Haven Jazz Festival o el Panamá Jazz Festival, donde trabajó con jóvenes de escasos recursos. Esa experiencia, dice, cambió su forma de ver la música.
“La educación puede cambiarle el rumbo a una vida”, asegura. “En Panamá vi chicos que nunca habían tenido una clase formal de música, pero que tenían un talento inmenso. Enseñarles no solo fue un honor, sino un recordatorio de por qué hago esto. No se trata solo de tocar bien, sino de compartir lo que uno ha aprendido”.
En ese sentido, Songs of Tides and Feathers también puede leerse como un acto pedagógico. Una forma de mostrar que el jazz no es exclusivo ni inaccesible, sino un espacio de encuentro, de escucha y de libertad. Un lugar donde cabe la raíz, la memoria, el riesgo y la emoción.
“Lo que intento con este disco es abrir puertas. Que alguien que no ha escuchado jazz antes se anime a explorar. Que escuche un pasillo mezclado con una improvisación y diga: ‘Esto también me habla a mí’”, concluye.
Con este trabajo, George Kramarski confirma que su voz como compositor no solo está lista para ser escuchada, sino que también tiene mucho que decir. Una voz que, como el vuelo de una pluma sobre la marea, encuentra su fuerza en la sensibilidad y su dirección en la libertad.