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Aunque digan que no, a todos ustedes les importa más de la cuenta lo que se pone Verónica Alcocer

La primera dama, a pesar de muchas cosas cuestionables, es una embajadora de la moda y la cultura colombiana.

Cena de estado del gobierno colombiano y el gobierno español
Cena de estado del gobierno colombiano y el gobierno español (Presidencia de Colombia)

Puede que sus fotos sean a veces la definición propia del ‘cringe’: tan ‘cringe’ como esas fotos raras y chistosas que aparecen en las páginas de los años 90. Y de ahí, por supuesto, carne de meme y hasta de críticas, por bailar, como si una mujer en su cargo no pudiese hacerlo y estuviésemos en tiempos de Jacqueline Kennedy, o como si ni siquiera la misma Michelle Obama lo hubiese hecho en programas de televisión.

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Pero más allá de eso, la primera Dama, Verónica Alcocer, tanto como plataforma de campaña como plataforma presidencial, ha sabido cómo interpretar, al mejor estilo de ‘Tutina’ de Santos, las imágenes y el potencial de la moda colombiana. Esto lo volvió a recordar en la visita oficial que aún protagoniza al lado de Gustavo Petro frente a los reyes de España, Felipe y Letizia de Borbón.

Todo, a través de un vestido con el que ya se le había fotografiado antes, uno hecho de molas y de la firma Alado, que la ha vestido desde que ella comenzó a lanzar su plataforma propia. Uno blanco, del pueblo GunaDule, que usa las molas que se ven en la zona en la que Antioquia colinda con el Urabá y el Golfo de Morrosquillo. Y la marca, que ha sabido cómo usar con respeto el trabajo artesanal, ha podido mostrar su creatividad en su plataforma (también ha vestido a Sofía Petro y a Antonella). De hecho, Alejandro González y Andrés Restrepo fueron los asesores de los artesanos de la reciente campaña de ‘Antioquia es Mágica’, donde en conjunto con la Gobernación lanzaron una línea de productos de hogar. Y con Alcocer han mostrado, atuendo tras atuendo, que ella luce perfectamente todo tipo de técnicas artesanales.

Esto ha pasado también con diseñadores como Adriana Santacruz, perfectamente escenificada para cuando Alcocer decidió acercarse a los campesinos. Diciente, ya que hace 100 años, incluso menos, la ruana era una prenda de oprobio y era discurso de Estado y político considerarla como una prenda de inferioridad racial, que atentaba contra el progreso y la higiene, según nuestros líderes de opinión y del Gobierno de aquellos años. Este discurso cambió a finales del siglo pasado y si bien mujeres como ‘Tutina’ no la lucieron precisamente para campaña, la primera dama lo hace de la mano de una diseñadora que también ha rescatado técnicas artesanales y la ha puesto como una pieza de diseño representativa de Colombia.

Igualmente, Andrés Otálora, en medio de una campaña dura y polarizante, fue el primero que le abrió sus puertas. Varios encontrones y miradas con resquemor ha afrontado la Primera Dama y su equipo, más desde el año pasado. Sobre todo, ante un mundo naturalmente inclinado hacia la derecha política y en el que diseñadoras como Johanna Ortíz y Silvia Tcherassi apoyaron públicamente a Duque hace cinco años. Pero Veronica Alcocer ha sabido cómo capitalizar los perennes recursos y saberes de la moda colombiana para darlos a conocer ante el mundo.

Quien dice que la moda no importa, es al que más le importa

Al Gustavo Petro no ponerse frac (mostrando que los códigos de vestuario de los políticos han cambiado en menos de 10 años, el mismo Zelenski se presentó en traje de combate ante el rey Carlos), o que Alcocer use zapatos Louboutin para ofender a sus detractores y a aquellos señoriales amantes del manido y colonialista ‘buen gusto’, se ve cómo estos pequeños detalles son analizados con lupa por la gente que aún niega el impacto político de la moda. Esa que desde el comienzo de las civilizaciones ha designado jerarquías, ha causado revoluciones, ha generado movimientos políticos y callejeros, sobre todo, en la América Latina contemporánea. Y una en el que la dinámica de las redes sociales analiza en demasía cada detalle del atuendo de una persona pública.

El hecho de que políticas como Francia Márquez no se ‘blanqueen’ a la fuerza, el hecho de que muchas políticas que ocuparon espacios públicos lo hagan de mano de símbolos como el pañuelo pro- aborto o feminista, o de otras causas, lo demuestra. Ahora, en el caso de las primeras damas, -que como las reinas, sufren aún los efectos ‘María Antonieta’ de ser señaladas de usar la moda como forma de desconexión - estas imágenes impactan de manera mediática y política. Un gesto en falso, como el de Melania Trump en 2017, con una chaqueta con un ofensivo mensaje, es más claro que un discurso. O una portada en la revista Vogue justo antes del Paro Agrario sí que le causaron críticas a Tutina hace 11 años, quien ha sido hasta ahora la mejor embajadora de la moda colombiana.

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Sí, seguirán insistiendo: para muchos la moda no importa. Pero cada vez que Verónica Alcocer aparece usando su cuerpo vestido o en movimiento, los comentarios se multiplican. Sean desde el clasismo, la misoginia y la señorialidad, desde el colonialismo y el desconocimiento. Uno que sólo revela el ansía por conocer más de lo que se ponen nuestras figuras políticas, pero no el hecho de cuestionar lo que realmente importa: lo que hacen con el poder.

DATO: Alado y Virgilio Madinah son las firmas predilectas de la Primera Dama. Madinah fue quien diseñó su espectacular vestido al lado de la reina Letizia, y también el de la posesión.

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