Una de las llaves más desiguales, a priori. Bayern Múnich visitaba al valiente Salzburgo, pero parecía que en esta historia de David contra Goliat, no iba a haber hazaña bíblica. Pero los partidos hay que jugarlos y el equipo austriaco salió a competir como tal, con todo el pundonor y la entereza. Eso provocó la sorpresa bávara, que no podía creer verse superado en la primera mitad.
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Pero así fue. El equipo de la ciudad de Mozart le avisó al Bayern que no estaba en los octavos de final de paseo y se encontró con el primer gol gracias a Chukwubuike Adamu. Una jugada por izquierda encontró al delantero, quien la puso en el segundo palo y en Austria, la sinfonía la ponía el Salzburgo.
Bayern seguía sin despertarse. Errático, el equipo alemán puso la marcha que le conocemos en la segunda mitad, pero ya con urgencia. Los locales aguantaron con todo lo que tenían, apelando a la contra cuando podía, pero teniendo en su portero a su punto más alto. Philipp Köhn era la figura para mantener el resultado.
Soportar tal aplanadora era una tarea titánica y el Salzburgo casi lo consigue. Pero en el minuto 89 apareció Kingsley Coman, aprovechando un descuido en defensa para superar al imbatible Köhn, que esa no la pudo atajar. El Bayern pasaba el susto.
Empate y todo a definirse en Múnich Parece imposible para el Salzburgo, pero este David ya demostró que al Goliat bávaro no le tiene miedo.