Detrás de los fenómenos de agotamiento de los recursos naturales de la tierra habita una fuerza invisible y silenciosa. No la vemos por qué se esconde hasta en los actos más cotidianos de nuestros días, es más, está tan naturalizada en nosotros que sin darnos cuenta la alimentamos, persiguiendo sus promesas de un mejor vivir. La producción a gran escala, el consumo desmedido, la extracción, la explotación, la desventaja, la dominación, y el despojo, son algunas de las estrategias de su juego inteligente y sutil. El verdadero MaldeTierra.
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¿Cómo confrontar este mal? ¿Cómo remediar las heridas abiertas que deja a su paso? Una aproximación posible es remendando con hilo y aguja; superponiendo gasas y sedas como vendas para proteger y abrazar la tierra; haciendo uso de desechos y residuos de tela; aprovechando los rotos, el desgaste, las huellas, las marcas imperceptibles y toda la memoria contenida en el material textil.
Estas acciones de resistencia están insertadas en la creación de cada pieza textil que propone Juliana Correa. El proceso de elaboración de sus obras es lento y minucioso: cada hilo y retazo es seleccionado cuidadosamente entre su gran despensa de residuos. Las horas de costura a mano y en máquina se convierten en gestos obsesivos de repetición y superposición, pero también de sustracción, casi como una manera de traducir en ellos sus pensamientos y preocupaciones. Los diversos procesos de experimentación a los que somete los materiales para transformarlos proponen un dialogo constante entre su acción y la materia prima que la inspira.
Hasta hace poco el arte textil del siglo XX se asoció con lo artesanal. Hoy se reconoce su importancia sobre los procesos de abstracción, asociados a un giro del plano del cuadro al plano del espacio en el arte contemporáneo. Además, un vuelco hacia el reconocimiento y la valoración de la técnica y el valor simbólico, político y cultural que subyace en el arte textil, hacen de este, un lenguaje potente para repensar la contemporaneidad. Correa realiza una obra íntima, históricamente vinculada a momentos de formación de la modernidad donde la importancia del aporte femenino apenas comienza a reconocerse. Pero hoy, ella avanza sobre la idea de la modernidad, al insertar su pensamiento en el nuevo paradigma, en la crisis global que nos impulsa a repensar los medios, los recursos y nuestra relación profunda con los males que acosan a la tierra.
Hay entonces, en la base de la exploración plástica de la artista y de su relación particular con el textil, una visión crítica y una manera de hacer visible la situación de precariedad ambiental, provenientes en gran medida, de las formas de acumulación capitalista en las que estamos inmersos.ç