El cerebro, como cualquier parte del cuerpo, necesita alimentarse y, en función de los nutrientes que reciba, su actividad será diferente. Es decir, la composición de cada comida tiene un efecto directo en la producción de las señales químicas del mismo e influye en el comportamiento, el sueño, las tareas diarias y su capacidad de trabajo.
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Según un estudio realizado por el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, el cerebro representa el 2% del peso de una persona, sin embargo, necesita el 20% de la energía que se ingiere de los alimentos. Por esto, es vital tener una buena nutrición pues los buenos o malos hábitos alimenticios se verán reflejados en el funcionamiento de su mente.
La principal fuente de energía que necesita el cerebro para funcionar adecuadamente es la glucosa, que proviene de los carbohidratos, cereales, legumbres, frutas y vegetales, así como productos lácteos. Pero también necesita de otros nutrientes esenciales como vitaminas, minerales y proteínas que, por sí solos, no completan una buena dieta alimenticia sino cuentan con una buena hidratación.
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Por el contrario, una alimentación desequilibrada puede producir apatía, desgano, nerviosismo, cansancio, falta de atención, problemas de memoria, desconcentración e incluso depresión. Y en el peor de los casos enfermedades degenerativas como la demencia, alzheimer, el mal de Párkinson y esclerosis múltiple.
Pero si usted come correctamente, debe saber que mejorará su estado de ánimo, el pensamiento también fluye más rápido y la concentración será mejor.
Frente a este tema, Adriana Ruiz, nutricionista de Sodexo, agrega que “es importante consumir ácidos grasos, que se encuentran en el pescado; también alimentos ricos en proteínas, vitaminas y minerales, beber de 2 litros de agua al día para ayudar a mantener el cerebro hidratado y ejercitarse para ayudar a oxigenar este órgano”.
No olvide otro punto importante: la cantidad de comida que se ingiere, porque si come demasiado la mayor parte de la sangre se concentrará en el tracto digestivo a fin de ayudar a digerir y absorber los alimentos, y la irrigación a otras partes del cuerpo será menor, incluso en el cerebro.
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