La llamada fatiga es ocasionada por el trabajo extra que reciben los músculos que hacen parte de la respiración, ya que el cuerpo roba oxígeno y flujo sanguíneo a los músculos locomotores involucrados en dicho proceso para que podamos continuar respirando.
Cuando hacemos ejercicio nuestro cuerpo necesita mucho más oxígeno, razón por la cual optimiza su funcionamiento. Sin embargo, es importante que controlemos los movimientos respiratorios para así ayudar a nuestro organismo y tener un mayor rendimiento deportivo.
A la hora de cualquier tipo de ejercicio, en lo que menos pensamos es en la respiración, simplemente nos concentramos en correr, levantar pesas o hacer abdominales. Lo que debemos tener en cuenta es que dependiendo de la actividad, hay momentos exactos y formas para respirar que ayudan a nuestro desempeño.
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Aunque no existe una forma adecuada, en la mayoría de los casos lo más acertado es ingresar el aire por la nariz, puesto que a través de las vías nasales éste se purifica y calienta, lo que hace que llegue en óptimas condiciones al cuerpo. Al exhalar, debemos hacerlo por la boca.
Si estamos realizando ejercicio, lo mejor es inspirar aire fuertemente hasta que llene nuestros pulmones, y en cambio, al exhalar hacerlo despacio y siempre por la boca. Al correr o hacer aeróbicos, debe hacerlo constantemente durante toda de la rutina, ya que las demandas son mayores.
En el caso de los ejercicios de fuerza, hay que controlarla, es decir, saber en qué momento inhalar y exhalar. ¿Cómo es esto? Cuando estemos relajados, es decir, en la posición inicial, es cuando debe realizarse la inspiración, y al contraer los músculos, espirarlo.
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