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Señales que indican que usted es un detestable “socialbacán”

Comunista de caviar: adora todo lo que represente el progresismo, pero no mueve un dedo para dejar su estilo de vida «play». De hecho, el «socialbacán» se puso «de moda» otra vez cuando Uribe se refirió así a los representantes de la izquierda en 2007 que se alejaban de sus antecesores «mamertos» y entre coctel y coctel solucionaban el país con sus ideas «progresistas».

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Pero últimamente el término ha abrazado a las dos ideologías de jóvenes y adultos que posan con su actitud ideológica, pero que también adorarían salir en páginas sociales y son completamente ajenos a la realidad del país. Pero que se caracterizan por un peligroso aire «yupie». Aquí les mostramos si pertenecen o pertenecieron a este grupo.

Apoyan todo, pero desde su apartamento lujoso: el «socialbacán» siempre apoyará todas las causas en redes sociales y también se las dará de buen samaritano por los indígenas, los campesinos y los afro. Pero jamás se le verá con uno de ellos. «Todas sus acciones eran motivadas por una bacanería in mesurada, como una especie de jipismo, pero arropado con Louis Vuitton y Prada, asentados en portentosos apartamentos en Rosales o el Nogal, socios de los más prestigiosos clubes y partícipes de las más grandes excentricidades. Las fiestas eran en contra de la discriminación, aunque sus grupos sociales fueran la cuna del elitismo», afirma un post del blog Corporación Centenario, donde su autor muestra cómo es convivir con ellos.

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Fueron infames en Uribe I: pero este término no solo se aplica al libertario de izquierda con un estilo de vida digno de Condé Nast. Hubo otra especie que reinó en el primer gobierno de Álvaro Uribe. El joven «socialbacán» emprendedor, con actitud «positiva» y pronacionalista que amaba escuchar a sus compañeros del Gimnasio Moderno tocar tropipop y que creía ciegamente en la campaña «Colombia es Pasión». Ahora todo es #SoyCapaz (sin saber por qué la adoptan).

Es chévere: Por supuesto, Andrés Carne de Res era su nave nodriza y el que criticase al país era «un mamerto aburrido». Pueden ver lo que pasó en este «oscuro periodo» en la tesis del sociólogo de la Universidad Nacional, Óscar Beltran, y el neonacionalismo que invadió al país en esos años.

Pueden darle en la cara, «marica»: estos jóvenes de aquella era obedecían al mismo prototipo de los hijos del entonces presidente con su empresa «Salvarte»: emprendedores, de buenas familias y con una ideología clara de «sacar al país adelante». Pero ¡ay! si algún miembro del Polo criticaba al gobierno de Uribe. Esto se traspasó al gobierno de Santos. Aquel que no crea en «la paz» es un «fascista» (como otrora un «mamerto»). Unos eran bastante agresivos en la defensa de sus ideales.

Un «socialbacán» no es pobre: siempre será un «yuppie» de buen corazón o que cree que tiene buen corazón. Alguien que tiene tres trabajos y una vida dura no tiene tiempo de ponerse a pensar en el libertarianismo o en por qué las comunidades de Palenque deberían ser representadas en el Senado. Ni mucho menos hacer lo que dice  el publicista Ángel Becassino al hablar de un término popular en sus tiempos:  «Si se descompone etimológicamente, social es que le gustan las fiestas y le preocupa la sociedad; bacano, que nació con la salsa y que sigue siendo una buena persona. Uribe tacó burro, porque la acepción es muy agradable. No veo como se pueda satanizar», afirmó en 2007.

Ser «mamerto» está out: olvídense de todos los estereotipos de la canción protesta, el aspecto desaliñado y demás. El «socialbacán» viste a la moda, va a fiestas y usa los gadgets de su tiempo. Si hay que «luchar por los delfines/la paz de Colombia/», que sea con estilo. ¿Canelazo? Por favor, un agua Perrier o un Martini en la T, ¿ok?

Es tan «agradable» que es insoportable: respeta todos los géneros musicales y se divierte, afirma Carlos Gustavo Méndez en una columna sobre el tema en «El Universal». «Un “socialbacano”, a la vez que le gusta la salsa, no sataniza a los demás géneros musicales, pues respeta todas las variantes de este arte. Los bacanes socialdemócratas son, a su vez, partidarios de la igualdad de oportunidades como forma de combatir la injusticia social. Todo eso sin tener un rostro adusto y amargado. Claro está, algunos incluso ven todo atisbo de crítica como una forma de tener «actitud negativa y por eso es que tú no avanzas ni avanza este país».

Lo «oscurito» no: aquellos con ideologías más radicales o con estéticas más oscuras y mucho menos estilizadas son vistos de reojo y con distancia por el socialbacán, especie favorita para la depredación en lugares de clara ideología izquierdista «old school».

Son tan inteligentes como Stacy Malibú: pueden defender todas las causas. Pero eso sí, no tienen argumentos sobre nada. Quizás estos chicos deberían invertir en compras o en empresas lo que usan para salvar al mundo… desde la comodidad de su entorno. Como afirma El Patojo en su blog «Corporación Cívica»: «No es fácil combatirlos ideológicamente porque no tienen ideología, ellos van y vienen esperando que sus antenitas detecten una situación en la que puedan demostrar sus dotes de “buenos samaritanos”. Su pretendido mundo color de rosa amenaza con desequilibrar el conjunto de una sociedad compleja y llena de matices.»

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