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En la pelea por el Páramo de Pisba

Trepados en las fachadas de edificios gubernamentales del primer mundo, navegando por las heladas aguas del Ártico y manifestándose en medio de eventos deportivos, los activistas de Greenpeace parecen estar en todas partes. Ayer llegaron hasta el páramo de Pisba, un punto que no cualquier colombiano podría señalar en un mapa.

Hasta este lugar en Boyacá acudieron los líderes campesinos de lejanas veredas en las faldas del páramo. También desde Medellín el coordinador de voluntarios de la ONG en esta ciudad condujó más de siete horas en moto para unirse en el camino a los que salieron de Bogotá, quienes a su vez viajaron varias horas por carretera para llegar a la cita. Atravesando más de 4000 kilómetros, Consuelo Bilbao, coordinadora de la Unidad Política de Greenpeace, y Gustavo Stancanelli, vocero de la organización, también levantaron una gran bandera con un “Pisba sin Minería”, con el que pidieron a casi 4000 metros de altura, en la Laguna del Oro, frenar la explotación carbonífera en el páramo.

El peregrinaje no era para menos: esta fue la primera demostración en Colombia de la organización que tiene casi medio siglo de luchas por el cuidado del medio ambiente en el mundo, más de dos décadas en Argentina y que ahora llega a Colombia, al parecer, para quedarse.

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La campaña para defender el páramo de Pisba de la minería es la primera campaña local de Greenpeace en Colombia, aunque la organización ya hace ruido en el país desde hace un lustro con campañas globales como las relacionadas con la preservación de las ballenas, el cambio climático o hace poco menos de dos meses, cuando protestaron por la treintena de activistas de la organización que habían sido detenidos por el Gobierno ruso.

¿Por qué los páramos?

Aunque veamos con tanta naturalidad encontrar paramos en nuestro territorio, el país es una excepción: En Colombia están el 49% de los páramos del mundo, con 34 delimitados (que suman una superficie de casi 2 millones de hectáreas), aunque solo el 36% esta bajo la protección de Parques Nacionales Naturales.

Hasta ayer se lanzó la campaña para defender el páramo de Pisba y hacer global la intensa lucha local que han llevado los líderes del municipio de Tasco (donde está el páramo) contra viento y marea por más de una década, pero este es el resultado de un seguimiento de varios meses de la organización desde Argentina.

A la vez, hoy ya se ven los resultados de la lucha de la comunidad contra la minería de carbón, práctica que hoy tiene nombre propio: Hunza Coal. Actualmente esta empresa –que tiene inversiones de la MMex Mining Corporation radicada en Dallas, Estados Unidos– tiene tres títulos mineros en la zona de recarga hídrica de los acueductos que abastecen de agua a la población del municipio de Tasco.

Así es como no es gratis que los líderes de las movilizaciones sean justo los líderes de los acueductos locales que abastecen a las veredas de la zona.

Ellos han visto de primera mano cómo la minería está directamente relacionada con el deterioro de los nacimientos de agua; así como los frecuentes derrumbes en la zona tienen que ver con los socavones de varios metros de diámetro que atraviesan las altísimas montañas para la extracción del mineral.

Se calcula que hace 13 años había unas 60 bocaminas de en la región del páramo, en 2011 se lograron frenar los proyectos y quedaron 21, sin embargo en la actualidad están en funcionamiento solo nueve.

“La Agencia Nacional de Minería y Corpoboyacá le otorgaron a Hunza Coal licencia para acabar con el páramo y de esta manera acabar con todo el recurso hídrico con el que cuenta el municipio de Tasco”, reclama Mauricio Reyes, de la Asociación de Acueductos Comunitarios de Tasco y ferviente opositor de los proyectos mineros en el páramo, en referencia a las licencias ambientales otorgadas a Hunza Coal y la modificación de la licencia ambiental que aprobó el proyecto que pretendía extraer cientos de miles de toneladas de carbón de esta frágil zona.

Camino al páramo, en medio de las sacudidas a bordo de ‘El rey del campo’, el campero rojo de Reyes, a lo largo del camino aparecen repetidamente los bocaminas abandonadas al costado de la carretera. Aunque ‘carretera’ es mucho: Es una trocha que no podría estar en peor estado, con piedras de todos los tamaños y ondulaciones que obligan a llevar una marcha lenta y aún así, estar siempre preparado para las llantas pinchadas: Las cambian con la rapidez de unos pits en Formula 1.

Al regreso, antes de que se pinchara la llanta delantera derecha, pasamos cerca de una de las bocaminas abandonadas. Una especialmente grande y en pie a pesar del olvido. Y de Hunza Coal. Y esa es otra de las señales que le recuerdan a diario a los opositores a la explotación minera en esta zona por qué es necesario seguir con la lucha y seguir frenando al megaproyecto de esta compañía: Les recuerdan que quienes extraen el carbón no pretenden compensar por el daño ecológico y la intrusión, ni siquiera ‘en apariencia’.

La comunidad ha aprendido a no creer en las promesas de mejoras de carreteras, construcción de escuelas o inversión en el municipio, pues además tienen claro que nada es más valioso que mantener, hasta donde sea posible, el equilibrio de este ecosistema.

Pese a las derrotas, las amenazas y hasta tener al alcalde del municipio en su contra, la lucha parece estar lejos de terminar. Años atrás los militantes por los páramos se contaban con los dedos de una mano, pero la preocupación por conservar un ecosistema tan frágil y necesario para la supervivencia como este ha venido en aumento y, a la vez, la minería también se ha convertido en una alternativa para muchos campesinos de la región que antes tenían actividades agropecuarias.

El eco en medios de comunicación, y que ahora genera organizaciones como Greenpeace, alertan sobre lo que podría ser un problema global, pero para la comunidad el motor que los mueve a defender el páramo es esencialmente una preocupación local. “Más que una defensa por los paramos, esta es una defensa por el territorio”, señala uno de los líderes.

Una lucha local de la que usted puede ser parte aquí, uniéndose a la movilización virtual de Greenpeace Colombia.

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