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El estruendoso soundtrack navideño

Villancicos. Caminar por Bogotá, llamar un domicilio, entrar a un supermercado o sencillamente visitar a la familia puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza. Lea por qué.

Siempre que empieza Navidad recuerdo la misma película: ‘Love actually’ (‘Realmente amor’ es su traducción). Esta cinta, pese a que es de origen británico, ridiculiza todo lo más excéntrico de esta época del año.

Esta nota no tiene la misma intención, pero sí se centra en una característica que definitivamente ha acompañado nuestras natividades, y son los villancicos. Esas retumbantes y fiesteras melodías, cuyas letras nadie entiende del todo bien y que se retratan en la jaqueca de los abuelos cuando sus nietos sacan las cucharas y las ollas de la cocina para ser cantadas a media lengua.

Siempre llama la atención las versiones de cada villancico: ¿Es “fuentecilla que corre clara y sonora”, o “manojito de rosas y de alelíes”? ¿Cuál es el orden? ¿En el burrito sabanero uno se convierte en dicho cuadrúpedo cuando dice: “Si me ven, si me ven, voy camino de Belén”? Todas estas preguntas aparecen como las lucecitas: intermitentes…

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Ahora bien, hay una costumbre preocupante, que bien debería alertar a las autoridades de la contaminación auditiva, y es la redundancia de estas canciones en todo tipo de contexto. Me refiero al ‘Tutaina’ en tono maxisoprano de la llamada de espera de las empresas operadoras de taxis, del ‘Antón tiruliruliru’ o el ‘Merry Christmas’ de los ringtones de los celulares que suenan –como si se pusieran de acuerdo– en el TransMilenio, al cantante de organeta que se ‘solla’ ‘Noche de paz’ en alguna gran superficie, claro, siempre con una versión progresista de su autoría. También aludo al mismo compact disc que se vende años tras año por la avenida 72, en reemplazo del curso de inglés y de los relojitos despertadores, y a la extensiones de luces que tienen pistas de todas y cada una de las canciones de este diciembre, cuyo volumen nunca es sublimado.

Dicho lo anterior, y ya con una insinuación de cefalea, ármese de paciencia, gócese lo atiborrado de la época, entienda que le moleste o no, es mayor el número de personas a las que sí les gusta a lo que suena la Navidad.

Sandra Rodríguez Novoa

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