Opinión

¿Quiénes serán los de N-3?

Jesse Tangen-Mills, profesor estadounidense radicado en Colombia, nos explica en esta columna especial una de las grandes preocupaciones que vienen con las Elecciones en Estados Unidos: el empoderamiento de los grupos paramilitares de derecha y su posible reacción violenta ante una derrota de Trump

AP

El 20 de abril 1970, el New York Time reportaba: “Hoy en las elecciones presidenciales de Colombia, ambos candidatos principales proclamaron la victoria, mientras los seguidores de uno, Gustavo Rojas Pinilla, caminaron en las calles en manifestaciones contra el supuesto fraude electoral”.

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La distancia con que el lector estadounidense neoyorquino hubiera leído ese artículo es inconmensurable. Sin embargo, más de cincuenta años después, los Estados Unidos se acercan cada día más a esa realidad.

Más allá de eso, dado que el M-19 se basó en el resultado contestado de aquella elección, no es difícil imaginar que un grupo marginal a un extremo del espectro político se proclame en Estados Unidos ante el imposible cambio político por vía democrática el próximo 3 de noviembre. ¿Quiénes serán los de N-3?

Los grupos paramilitares estadounidenses ya existen. Quizá el ejemplo más reciente preocupante era el complot para secuestrar a la gobernadora de Michigan, del partido demócrata, Gretchen Whitmer, hace unas semanas. Uno pensaría que los Wolverine Watchmen estaban bastante lejos de esa meta. Su plan era atacar el Capitolio del estado y secuestrar a la administración. ¿Suena imposible? Ya algunos miembros habían invadido el mismo edificio con metralletas exitosamente protestando la orden de tapabocas obligatoria en mayo.

2020 para los Estados Unidos será, para muchos de sus ciudadanos, la caída del excepcionalismo estadounidense, la idea de que puede pasar en los otros países pero los Estados Unidos es diferente a todos los demás, o excepcional.

Algunos ya comparan el mal manejo de Covid-19 que vive los Estados Unidos con su fallida invasión del Vietnam. La crisis política será quizá más duradera, pues no habrá vacuna contra el discurso violento de la derecha en ese país, que cada día se vuelve más iracundo.

Las protestas por la muerte de George Floyd fueron la chispa para las fantasías con los grupos como los Proud Boys y los Boogaloo. Salieron armados a “ayudar” a la policía y proteger la propiedad y terminaron mostrándose como un grupo anarquista que estaba aterrorizando a los ciudadanos. Ya van varios asesinatos políticos por parte de extremistas de la derecha durante la administración de Trump. Mirando hacia adelante, las situación va a empeorar.

La idea de armarse como la única forma de protegernos contra la tiranía en el siglo XX tiene una larga historia con la izquierda. Recordemos la frase de Mao Zedong: “El poder nace en la boca del fusil”. También existía la teoría de la superestructura marxista, en lo cual la única forma de progresar era tomar el control de las formas de producción. En los Estados Unidos grupos como las Panteras Negras o los Weather Underground apropiaron esas ideas y lucharon de manera armada. Sin embargo, con el cierro del siglo XX la izquierda se alejó de la lucha armada.

Mientras tanto, en los Estados Unidos, la Asociación Nacional de Rifle, o NRA, con una membresía en aumento, propagó la idea de que tener un arma era un acto de patriotismo. Por el otro lado la internet permitió la igualdad entre las ideas, tanto que ahora las teorías chifladas de Qanon -por ejemplo, que los demócratas son un grupo de pedófilos- aparecen en las plataformas de las redes junto con investigaciones periodísticas serias.

El resultado es una derecha estadounidense convencida que, como dijo Fidel Castro, la historia los absolverá. Y si su líder, Donald Trump, sigue negando la posibilidad de entregar su puesto sin violencia, la pregunta no es si habrá violencia política en los Estados Unidos el 3 de noviembre, sino quiénes van a salir a la lucha armada.

Jesse Tangen-Mills / @colombofile

 

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