“Si usted se porta bien, le va bien”: ¡firmes mi capitán!

“Alejandro duró cerca de trece meses, de los cuales doce fue abusado por diferentes militares y altos mandos de Tolemaida. Señala que hay una red al interior del ejército, los bautizaban de cantimploras, de putas o la prostituta de turno, solo para saciar su sed de sexo”: Andrés Hernández

Desde 2018 he venido recogiendo datos de diferentes personas que han pasado por el Ejército y que han sido partícipes y víctimas de prostitución dentro de la entidad, muchos temerosos de revelar la verdad; la gran mayoría contaron su caso, pero pidieron reserva de su historia, pero solo un valiente se atrevió a contar lo vivido.

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El caso que les presentaré es el de un joven que llamaremos Alejandro, (para proteger su identidad) y que se atrevió a denunciar este tipo de actos y conductas que se vienen presentando y que no solo se repiten una y otra vez, sino que, en muchos de los casos, participar de esta red de prostitución trae beneficios, permisos, dinero, ventajas y estatus dentro de los batallones, los cuadros, coroneles, mayores y hasta generales.

Inicio en agosto de 2013 cuando Alejandro prestó servicio en Tolemaida. Debido a que fue presa de las abatidas o de los retenes, lo llevaron al distrito Militar 41, no lo dejaron contactarse con ninguno de sus familiares para reportar dónde estaba, si él estaba bien o no. Al llegar a ese sitio, los oficiales y suboficiales estaban muy pendientes, según relata, de quienes llegaban y así iban seleccionando a quienes podría acceder con mayor facilidad para este fin: la red de prostitución en el ejército.

Elegían la persona, le daban un trato diferente los primeros días, par ir ablandando y ganando la confianza del joven que llegaba a prestar su servicio militar. Después de un mes, uno de los suboficiales empezaba con una conversación amigable, amable, luego empezaban a exonerar de realizar las actividades físicas, entrenamientos etc. Luego los llevaban para que les ayudaran en cosas de oficinas y era allí donde les decían “si usted se porta bien, le va bien”.

Las primeras personas que Alejandro señala de ser los responsables de seleccionar los jóvenes para tal actividad, de ir ganándose la confianza y de realizar los ofrecimientos, se trataban del Sargento Primero Adonay Ramírez y del Sargento Primero Wilson Arenas, eran de contrainteligencia de la unidad, los llevaban a la oficina, empezaba a tocarlos desde la espalda, pasaba a la pierna, luego la nalgada y de allí para adelante, le decía que “en el ejército la vida se la daba el soldado” había beneficios por dejarse abusar, desde gaseosas, comidas, dineros y permisos.

Una vez el Sargento Primero Ramírez lo llamó al dormitorio donde él estaba, dijo que se iba a duchar, empezó a tocarlo y le amenazaba diciéndole que pensara “en la conducta, en la libreta”; allí le tocó acceder, le hizo sexo oral, lo tocó, lo acosó chantajeando.

Después de ello, el Sargento Primero Wilson Arenas llegó a la unidad, y que por ser el suboficial más antiguo le tenían que dar respeto y que por tal razón que si él (Alejandro) se portaba bien y le ayudaba, él le colaboraba en otras cosas que llegase a necesitar, allí Alejandro se resistió a esa ayuda, y de inmediato el Sargento Arenas lo perfiló, lo buscaba a altas horas de la noche y le repetía que le iba hacer la vida difícil, llegaba a los dormitorios con intereses y documentos del batallón, pero le repetía que si se negaba, lo iba a pagar a un alto precio.

Luego por un accidente a Alejandro debió ser trasladado al Hospital Militar, pero con tan mala suerte que entre ellos mismo hay comunicación, allí le cobraban con favores sexuales a cambio de mejor y rápida atención. Alejandro fue abusado varias veces en el Ejército, en el batallón, en el hospital Militar el Cabo días se sobrepasó con él y al ver la negativa de Alejandro, el cabo lo amenazó con pasar procesos por mala conducta, había una red al interior del Ejército donde sabían quiénes eran los que accedían o podían abusar de ellos.

Alejandro duró cerca de trece meses, de los cuales doce fue abusado por diferentes militares y altos mandos de Tolemaida. Señala que hay una red al interior del ejército, los bautizaban de cantimploras, de putas o la prostituta de turno, solo para saciar su sed de sexo y bajar la arrechera que se los carcomía al estar lejos de sus familias o parejas.

En este mismo sitio, señala Alejandro, está el Servi Free, donde quedaba en ese entonces un ajedrez grande, un sitio oscuro donde llegaban en la noche camionetas con oficiales y suboficiales, también estudiantes de la escuela de suboficiales, donde escogen como si se tratara de un ganado, seleccionan a su acompañante de la noche, los invitaban a cenar, les pagaban y luego se los llevan en las camionetas para poder abusar de ellos, se identificaban como Coroneles de la Aviación, como coroneles de Brigada móvil, mayores del Ejército, ya después de varias ocasiones los reconocían en el día a día y sus rangos si concordaban, pero siempre los amenazaban, que si hablaban era la palabra de un coronel a la de un soldado, eso sí, los obligaban a ir en pantaloneta y camiseta, para que pudiesen tener sexo con ellos rápido.

Había comunicación entre ellos, desde el reclutador quien informaba a la red de prostitución quien era el soldado que accedía a comprarse a cambio de servicios sexuales. Luego de salir de prestar el servicio, Alejandro debió recurrir al psiquiatra, presentó episodios de estrés y varios de quitarse la vida todo por las amenazas y abusos, sabía que, si llegaba a decir una sola palabra, le iban hacer la vida imposible.

Si usted, quien me está leyendo quiere denunciar, lo puede hacer al correo ahperiodista@gmail.com

Andrés Hernández

Twitter. @andrescamilohr

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