Cada vez que Carlos Antonio Vélez aparece en mi vida se me viene la cancioncita de su programa: “El analista número uno (Carlos Antonio Vélez), toda la verdad hablando de fútbol (Carlos Antonio Vélez). Carlos Antonio Vélez, Carlos Antonio Vélez, Carlos Antonio Veeeeelez, el analista de verdad tiritiriri. Fútbol al día, toda la verdad”. Esa misma canción se la canto a alguien cuando dice alguna burrada futbolística: “El analista número uno…”.
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Esa es la única felicidad que me causa Vélez, porque para todo lo demás es motivo de tristeza y amargura, cosa que quedó en evidencia ahora que habló de Petro y Fecode. Y no voy a analizar si lo que dijo fueron verdades de a puño o versiones acomodadas, que cada uno sacará su conclusión al respecto, si es que le interesa. El punto es que cada vez que abre la boca es para pontificar, corregir y/o dividir. Es decir, Vélez representa a la vieja Colombia que cada día cae más en desuso. Y no hablo solo de asuntos sociales, sino periodísticos también. Él y otros tantos son responsables de que haya al menos una generación de periodistas deportivos represada y opacada por los mismos de siempre, los que llevan 40 años figurando y solo se retiran por voluntad propia o cuando se mueren. Y habrá quien diga que es porque no tienen el talento de los de antes, que vaya a saber uno si es cierto, porque no hay forma de comprobarlo.
A Vélez hay que reconocerle que estudia el fútbol más que nadie, es su fuerte, y cuando entra a analizar formaciones y partidos hay que cerrar la boca y escuchar, ¿pero para qué sirve el conocimiento si se usa como lo usa Vélez? Porque una vez deja de hablar de táctica, se vuelve un ser insufrible. Y no solo de política, como ahora. Cada vez que emite un concepto sobre fútbol por alguna razón cae mal, y no es porque sea directo: una cosa es ser frentero y otra es ser dañino. Recuerdo que cuando aún lo oía, cogía un día sí y otro también al Pecoso Castro, por entonces técnico del Santa Fe, y se la pasaba segmentos enteros de su programa descalificándolo. Ahí tenía que haber motivos personales, no solo para pordebajear a Castro, sino para ensalzar a Hernán Darío Gómez, su amigo, quien finalmente terminó siendo entrenador de Santa Fe. Cuando Pecoso dirigía, Vélez decía que Santa Fe era Ferrari de lo bueno que era; meses después, cuando el Bolillo asumió el cargo y lo hizo tan mal hasta que lo despidieron, el discurso de Vélez cambió radicalmente.
Y hablo de una anécdota de hace 11 años, porque dejé de consumirlo, uno no puede permitir que gente de ese estilo le hable al oído. Es que Vélez está tan acostumbrado a tener la razón que se pone sensible cuando no se le hace caso, como pasó más recientemente con Pékerman en la Selección, tema en el que era imposible no enterarse por rebote de las cosas que decía. Mientras el argentino estuvo al frente, se la tuvo adentro, dando a entender que era flojo, rosquero, incapaz y corrupto sin decir esas palabras, por supuesto. Poco le importó que a Pékerman le bastaran los tres partidos de la primera fase de Brasil 2014 para superar lo hecho en tres mundiales seguidos por sus amigos Gómez y Maturana, el seleccionador era un demonio al que había que sacar, vaya usted a saber por qué (quizá porque no metía a Vélez en su rosca).
Quienes han departido con él de manera privada coinciden en que no deja hablar a nadie porque nadie sabe más que él ni puede robarse el protagonismo, cosa que se ve reflejada en su programa con Faryd Mondragón y Fernando Niembro. De Mondragón sabemos que su mayor virtud es ser lambón con Vélez y nunca llevarle la contraria, mientras que Niembro tiene líos judiciales en Argentina y vino a parar a Colombia porque es amigo de Vélez. De ese tipo de gente se tiene que rodear para figurar y asegurarse de que nadie le haga sombra.
Hay un detalle que parece inconexo, pero que retrata a Carlos Antonio Vélez de pies a cabeza: le gusta más Cristiano Ronaldo que Messi y no soporta a Guardiola. Es cierto que son gustos y cada uno verá qué preferencias tiene, pero es que en él tiene algo particular, porque muchas cosas las dice por llevar la contraria, por ser diferente y polémico y por reafirmar que es inteligente, especial y que es capaz de ver algo que el resto del mundo no. Por lo general, hay cuatro razones para creer que Cristiano Ronaldo es mejor que Messi: ser hincha del Madrid, ser antibarcelonista e ir en contra de todo lo que represente al equipo catalán (por eso también descalifica a Guardiola), haber nacido en Portugal o ser Carlos Antonio Vélez.
Hay un audio maravilloso donde Iván Mejía y César Augusto Londoño se la montan a Vélez en tono de broma por no ser profesional. El problema no es no haberse graduado, sino dárselas de algo que no se es. A Vélez le dicen doctor, o en el peor de los casos, el profe Vélez, y debe sentirse tan realizado cada vez que lo oye. Doctor sin doctorado y profe sin cartón, con razón dijo lo que dijo de quienes sí son profesores titulados.