El señor Braford

“Con mucho gusto señor Braford, claro que sí señor Braford, lo que usted necesite señor Braford, anote mis números de contacto señor Braford, excelente que trabajemos en equipo señor Braford”: Andrés ‘Pote’ Ríos

Démosle un respiro a tanta noticia negativa que nos sacude constantemente y hablemos de esos recuerdos en los que uno, literalmente, hizo el “oso” o cayó en ridículo de forma inocente en aras de cumplir bien con su trabajo.

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Trabajaba yo como jefe de prensa y relaciones públicas de Ruta N, el centro de innovación y negocios de la ciudad de Medellín. Un día tenía como misión acompañar a una de las voceras de esta entidad a la rueda de prensa de lanzamiento de Agrofuturo, un evento en donde se reúne y se muestra todo lo referente al agro en cuanto a innovación, nuevos negocios, políticas e infraestructura. Mi responsabilidad era velar porque a la vocera de la entidad en la que trabajábamos le fuera bien, tuviera contacto con medios y que el nombre de Ruta N tuviera visibilidad dentro del marco de aliado de esta feria.

La rueda de prensa fluyó bien, mi vocera estuvo a la altura y, al terminar, como es normal en estos eventos, muchos colegas se acercan a los voceros para obtener declaraciones más amplias. En una de esas se acercó un señor de bigote frondoso, corpulento, barrigón, con una camisa adornada de arabescos, color azul fuerte (tengo esa duda aún) muy bien metida en unos jeans de esos que tienen varios tipos de desteñidos, los botones de esa camisa estaban sin abotonar casi a la altura de dónde empieza la panza, y, en su mano, el señor portaba una manicartera. Todo indicaba que era claramente un hombre de campo, de conocimientos profundos de la materia y de ganadería pura. Supuse que era un ganadero.

El señor se acercó, saludó a mi acompañante y esta le dijo que cualquier cosa hablara conmigo. El señor me entregó de inmediato una tarjeta de presentación y me dijo: “Mucho gusto, mi nombre es….” Y pongo puntos suspensivos porque al mismo tiempo me concentré en tomar la tarjeta con mis dedos pulgar e índice, y no oí el nombre del señor. Miré la tarjeta rápidamente y leí en letras azules y grandes, la palabra Braford.

“Mucho gusto señor Braford, un placer conocerlo, en ¿qué le podemos ayudar?”, le dije mientras me guardaba su tarjeta en el bolsillo de mi pantalón. Yo, poseído por el momento y en aras de hacer bien mi trabajo, miré al señor a los ojos, le estreché la mano y ya. Desde ese momento el sujeto en cuestión me hablaba de lo que quería de nosotros, de sus inquietudes, de sus sugerencias y de invitar a su vocera a un espacio radial o de podcats (no recuerdo bien) para hablar sobre la innovación en el agro. Yo a todo le decía, con solidez, convencimiento y solvencia: “Con mucho gusto señor Braford, claro que sí señor Braford, lo que usted necesite señor Braford, anote mis números de contacto señor Braford, excelente que trabajemos en equipo señor Braford, claro que sí, cuadramos todo para que la vocera vaya a su programa señor Braford…”. Y así, por un poco más de 5 minutos. Señor Braford fueron las dos palabras que más mencionaba yo en medio de una psicodelia de amabilidad que no me dejaba ver más allá de mis narices. Incluso me encegueció por completo para darme cuenta que el señor me miraba con una cara de sorpresa cada vez que yo le mencionaba la palabra Braford.

Terminó la conversación y nos fuimos. Nos montamos al carro y mi acompañante, con una expresión de no poder aguantarse más y de incertidumbre, me dijo: “Pote, ¿tú por qué le decías a ese señor, Braford?”. Yo, casi de forma burlona, le dije: “Pues porque así se llama. Braford, así dice en su tarjeta de presentación”. Ella soltó una carcajada que todavía retumba en mis oídos.

Saqué de nuevo la tarjeta, la vi con detenimiento y sí, decía Braford a un costado, el único costado que yo leí de afán y que, por ese mismo afán, olvidé ver el resto de la tarjeta. Ya en el centro decía Carlos Giraldo, director. Y de fondo de esa tarjeta, una foto de un toro enorme de unos 500 kilos, más la palabra Colombiagraria (el medio de comunicación del supuesto Braford). ¿Y qué diablos era entonces Braford? Google me lo dijo: es una raza de ganado, el famoso Braford Argentino.

Y es así como el señor Giraldo se aguantó todo ese tiempo que yo le dijera como una vaca. Él guardó prudencia, hoy, años después, si lee esto, le pido excusas. Fue un “oso” monumental, un gazapo del tamaño de un toro Braford de 500 kilos.

PD: Adjunto la foto de la tarjeta de presentación del señor Giraldo. La prueba de mi enorme error.

Braford

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