Opinión

En su peor momento

1
Termina el encuentro en el Estadio Palogrande. En la última jugada del encuentro, después de un corner que los futbolistas del Tuluá no consiguieron rechazar con criterio, Nazarit, que viste la camiseta del Once Caldas y que nunca fue tenido en cuenta por el anterior DT albo, Francisco Maturana, –estuvo fuera de la formación caldista 18 juegos consecutivos– patea al arco y vence la resistencia de Rodríguez. Los futbolistas del equipo valluno se derrumban sin tiempo de patalear. Antes de que se diera esa jugada y con la combinación de resultados, el que se estaba yendo a segunda división era el Atlético Bucaramanga. El gol de Nazarit cambió todo el universo al minuto 92. Tuluá se iba a la B y no tenía tiempo de cambiar nada porque la puñalada en su contra llegó postrera e inevitable. Es justo ahí cuando Carlos Ibargüen, delantero del Tuluá, atiende a un periodista que lo interroga por el hecho de que su club se haya ido de la divisional de honor e Ibargüen, armado de una honestidad brutal y caliente en medio de la lluvia y el frío en Manizales, se salió del molde: “Apareció la cochinada, como siempre en el fútbol, se venden los jugadores. Hacen una campaña (Once Caldas) horrible todo el año por no jugarle a un técnico (Francisco Maturana) y vienen a jugarse la vida con nosotros por 700 millones de pesos”.

Son de esas declaraciones que hacen que el maxilar se descuelgue y seguro que después dirá el jugador que no, que eso no era lo que quería decir, que perdón, que qué vaina. La Dimayor seguramente lo investigará y le clavará una sanción por sus dichos, cosa absurda porque lo que habría que investigar es la posibilidad de un incentivo rondando por el aire. Ignacio Martán, presidente del Tuluá, culpó a la prensa de la declaración de Ibargüen porque lo aprovecharon en un momento débil… pero ¿por qué Ibargüen tenía tan clara una cifra tan exacta como la de los 700 millones de pesos?

2
Jaguares juega bien y se clasificó entre los ocho mejores con merecimientos y, además, se salvó de descender. Gran parte de ese éxito se debe a su entrenador Hubert Bodhert, capaz de sacarles sangre a las piedras. Pero también gran parte del éxito de Jaguares tiene que ver con que de local jugara siempre a las 3:30 p.m. Ningún club tuvo tantas ventajas en este sentido como ‘los celestes’ de Córdoba. Que lo digan los hombres de Rionegro, que denunciaron desde su cuenta de Twitter que el árbitro Nicolás Gallo se negó rotundamente a dar un tiempo muerto para que los futbolistas se hidrataran en medio de los 38 grados que hacían del Estadio Jaraguay de Montería, un horno crematorio.

3
El Pasto, sin opciones, iba a jugar contra Junior. De pronto el bus de los pastusos es levantado a piedra por una suerte de tarados, de imbéciles, de fronterizos que por cuenta de sus actos terminan hiriendo a tres integrantes de la delegación pastusa. Cuando la raza humana se empeña en ser inferior a los animales lo logra con sobrados méritos.

Por cuenta de todos estos asuntos tan vergonzosos, estoy de acuerdo con los futbolistas: ojalá que se acabara el torneo el 10 de diciembre. Esto así no da para mucho más.

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