La cosita, el bizcocho, el higo, el yoni y decenas de palabras, desde las más ordinarias hasta las más tontas, para referirse en término general a todo lo que tenemos las mujeres “ahí abajo”.
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Sabemos muy bien que por las muchas décadas de cultura patriarcal los genitales femeninos no han sido tan visibles y, debo decirlo, tampoco han sido de mayor importancia, como los masculinos, a la hora de pensar en placer sexual mutuo heterosexual. En un planeta falocéntrico la vagina ha sido obligada a ser dadora de placer sin reconocerse como receptora de placer, y aunque hemos avanzado en la materia aún la mayoría de las mujeres desconocemos la anatomía de nuestro órgano genital… El reconocimiento de nuestro genital es fundamental, no sólo para poder sentir mayor placer durante el sexo e indicar a quien corresponda qué nos gusta y qué nos disgusta, sino también para descubrir posibles anormalidades y prevenir así problemas de salud.
No pocos sexólogos (as) nos recomiendan a las mujeres tomar un espejo de mano y comenzar a descubrir nuestra vagina. En realidad la vagina es una parte específica (y absolutamente fascinante) de la anatomía genital femenina interna; se suele confundir con la vulva, que es una parte muy interesante de la anatomía genital femenina externa.
La razón yace en el concepto erróneo de que la vagina es el órgano reproductor que está visible en la superficie, el que puede ser visto entre las piernas de las mujeres. Son muchas las personas que no saben la diferencia entre vagina y vulva. Esto no es una sorpresa, ya que usualmente nos referimos a la “salud vulvovaginal” como “salud vaginal”, y la “higiene vulvovaginal” es llamada con más frecuencia “higiene vaginal”. La conveniencia de palabras más cortas ha sobrepasado la necesidad de exactitud. La diferencia entre vagina y vulva es principalmente anatómica e histológica (sección o rodaja fina de un tejido biológico) lo que se traduce en diferentes necesidades de higiene y diferentes patologías.
La vulva es la parte externa de nuestro aparato genital. Está formada por los labios mayores y menores, el clítoris, el Monte de Venus, el orificio de la vagina y otras estructuras anatómicas. Las “puertas dobles” – labios mayores y menores – ayudan a proteger el interior de la vagina de contaminantes externos. También ofrecen humedad gracias a las glándulas localizadas en los labios. Aquí un poquito más de detalle:
Monte de Venus: es la zona triangular justo debajo del ombligo, compuesta en su mayoría por tejido adiposo, que cubre el hueso púbico y lo protege de posibles daños (como durante las relaciones sexuales). Es, en general, donde comienza el vello púbico.
Labios mayores: son también conocidos como los labios exteriores; los labios mayores son los pliegues de piel en el exterior del orificio vaginal. También suelen estar cubiertos de vello púbico.
Labios menores: son los labios interiores que, como era de esperar, se encuentran entre los labios exteriores y el orificio vaginal. Protegen el orificio vaginal y uretra (situados en el vestíbulo) de cuerpos extraños como la suciedad y las bacterias, y además están compuestos por nervios que incrementan el placer sexual. No tienen vello púbico.
Vestíbulo: es el espacio en forma de diamante entre los labios menores. Abarca desde la parte inferior del capuchón del clítoris hasta el orificio vaginal.
Orificio de la uretra: también conocido como el agujero #1; se encuentra en el vestíbulo justo debajo del clítoris y encima del orificio vaginal; el orificio de la uretra es por donde se expulsa la orina al exterior. La uretra es el conducto que va desde la vejiga hasta este punto.
La vagina es el conducto que conecta la vulva al cuello uterino y al útero. Es una trompa elástica cubierta con tejido mucoso con su propia flora microbiana y un pH ácido especifico, y desempeña el papel principal en el almacenamiento y transporte del esperma al útero y las trompas de Falopio para la fertilización de los óvulos, y para el nacimiento del bebé. Las medidas exactas de la vagina siguen siendo objeto de controversia, pero definitivamente varían entre mujeres. El tamaño medio de la vagina es aproximadamente de 8 cms de longitud, y durante la excitación se vuelve muy elástica y puede llegar a un tamaño mucho más grande.
¿Y el clítoris? Parece mentira que existan personas que pongan en duda la existencia de este maravilloso territorio genital, ¿como podemos dudar de la existencia de Dios las personas expertas en estudiar este diminuto pedacito de carne? Es la única parte del cuerpo humano que existe sólo para producir placer y tiene más de 8.000 terminaciones nerviosas (el pene sólo tiene 4.000). La parte visible del clítoris se encuentra encima del vestíbulo, donde se juntan los labios menores. Es una pequeña protuberancia de tejidos extremadamente sensibles, protegida por el capuchón del clítoris: un pequeño trozo de piel y tejidos que cubre la parte exterior del clítoris. Debemos tener muy presente que el clítoris es mucho más que una pequeña turgencia; el tejido tiene forma de espoleta y se extiende varios centímetros alrededor de ambos lados de la vagina.
Mujeres: esta confusión o dificultad no solo para hablar sobre nuestro cuerpo, sino para asumir con libertad nuestro placer o nuestro rechazo sexual, no nos ha hecho ningún favor. Todo lo contrario; las mujeres enajenadas de nuestra vagina por esa ignorancia soportamos violencia sexual, y no me refiero al caso extremo de una violación. El acceso carnal violento no es la única violencia sexual que padecemos y por ignorancia permitimos; la próxima semana les compartiré sobre diferentes violencias de género y por qué opino que no solo la violación es violencia sexual.
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