La forma de vivir un desempleo es tan subjetiva como la vida misma. Colombia es un país que sustenta gran parte de su sociedad en la desocupación. Mínimo, en cada familia, hay una persona que está o ha pasado por una fase de desempleo. Tristemente, no tener trabajo es parte de nuestra colombianidad, como el chocorramo, las achiras o ser incumplidos.
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Ser periodista y ser desempleado es otra arista de esta novela. Yo llevo siete meses sin trabajo y desde diciembre de 2009 no tengo un puesto con la contratación que dicta la ley: a término indefinido y con todas las prestaciones. Dentro del marco de esta reflexión cabe preguntarse si no tengo trabajo o estabilidad laboral porque soy un pésimo profesional y un muy mal periodista. Quién quita que sea real, pero mi entorno y yo creemos firmemente que soy bueno y decente en lo que hago.
Volviendo al tema. En las universidades, en las facultades de periodismo y comunicación deberían de existir dos materias fundamentales para sobrevivir:
- Cómo trabajar por prestación de servicios de manera eterna en el periodismo. Tienen que incluir módulos y talleres sobre el cómo acumular una documentación inhumana para lograr acceder al contrato, curso avanzado de pago de pensión y EPS, actualización del RUT y un diplomado sobre el cómo mantener siempre a la mano una fotocopia de la cédula ampliada al 150%.
- Cómo mutar a emprendedor y/o vendedor de pauta. Y sí, hoy el periodista debe dizque ser emprendedor y/o vender su propia pauta. El periodismo no es para todos y creo que el emprendimiento no es un don de todos, así como el vender. Yo, por ejemplo, no hubiera podido vender un tamal en una tragedia. Pero pasa, periodistas que son más vendedores y/o emprendedores que periodistas.
El caso es que entiendo que hay que sobrevivir. En mi caso, por ejemplo, gracias a la generosidad de PUBLIMETRO y su director, tengo esta columna semanal. Ya ando de “emprendedor” e “innovador” con un programa tipo youtuber sobre fútbol y, valga la cuña, los invito a verlo haciendo clic acá.
También estoy evaluando montar un negocio de camisetas de fútbol e incluso, créalo o no, pienso vender pulseras del papa aprovechando su visita.
Llámelo berraquera, otros afirman que hay que apuntarse a lo que sea, pero a mí me parece triste. Y lo digo porque no es agradable renunciar a la estabilidad que tanto nos vendieron en la universidad. Es verdad que ahora, en mi desempleo, soy el dueño de mi tiempo pero también soy el dueño de mi desangre económico. Cada inicio de mes es una tortura china, una búsqueda de respuesta a la pregunta: ¿qué diablos voy a hacer para conseguir plata?
El desempleo es el caldo de cultivo para que los demás, con cara de angustia, emoticón de por medio, le digan a uno: “¡Ánimo! ¡Te entiendo! ¡Todo mejorará!”. ¡No más de eso por favor! Ayuden con vainas tangibles y no con esas palabras de cajón. Y ni hablar de los consejeros: “Ya buscaste en tal parte. Evaluaste LinkedIn, miraste Elempleo.com, mira la opción de Bogotá, el Chocó, Leticia, etcétera…”.
¡Sí y mil veces sí! Todos los días, en cada segundo, uno mira esas y mil ochocientas opciones más. Y ni hablar de la tapa de las tapas dentro del desempleo: el negocio multinivel. ¡Ay! Qué imán es para que lo aborde gente que jamás le hablaba a uno para decir que tienen la solución de todo y que usted debe hacerlo por su condición de estar sin trabajo. Y si no acepta, lo miran con ese desdén en el que quieren dar a entender que uno es un perdedor por no querer ser un “apóstol” más de esa horda que tanto aburre por estos días.
Pero no, amigos lectores, no todo es oscuro en este panorama. Está la familia, que siempre apoya; amigos incondicionales, que ayudan en aspectos tangibles. Y está la vida misma, que no abandona y da opciones para los que creemos y tenemos las gónadas bien puestas. Nada peor que un desempleo, nada mejor que lidiarlo con dignidad. Dejo acá estas letras, debo irme a vender las pulseras del papa. Debo sobrevivir.
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.