Opinión

Evolucionar

En algún momento nos pareció más fácil juzgar que analizar, etiquetar que pensar o, peor aún, aislarnos y atacar, que tratar de acercarnos a dialogar. Tener miedo hace parte de nuestra naturaleza, con lo cual no quiere decir que sea deseable, o que debamos resignarnos a vivir con ellos sin querer cambiarlos.

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Pero si miramos en nuestro entorno, casi todo se mueve a causa del miedo: por miedo se juzgan las diferencias (de pensamiento, raza o preferencia sexual) y se les ataca o aparta; por miedo evitamos afrontar el cambio (prefiriendo con esto vivir una vida gris e incluso vacía); por miedo nos resignamos a cosas que no somos e incluso aceptamos muchas que no desearíamos ser.

Pero ahí no para, muchas personas compran cierto tipo de artículos por miedo a no ser aceptadas en su círculo social, otros se tragan lo que sienten por miedo a quedar solos, o no comparten sus ideas por miedo a ser juzgados; por miedo elegimos (en todo aspecto) y por eso con miedo vivimos. Pareciera que el miedo es tan generalizado y socialmente aceptado que no entendemos que gracias a este estamos condenándonos simplemente a ver pasar el tiempo y sobrevivir, dejando de lado lo que pueda significar –para cada uno– realmente vivir.

Tal vez resulte para muchos más cómodo vivir con miedo, ya que a corto plazo entrega respuestas, pero no soluciones. En algún momento la vida nos va a empujar a dejar de tomar las decisiones fáciles para que empecemos a ejecutar las acciones correctas. No podemos quedarnos atados a un destino que nos condena permitiendo que sea el miedo quien elige por nosotros.

Tener miedo no es solo asustarnos, entrar en pánico o gritar, tener miedo también es juzgar, etiquetar, lastimar, tener miedo es dejar de hacer, esperar, pero sobre todo dudar.

Gracias a todo lo que es diferente, en nosotros, en nuestro entorno y en todos los demás, es que podemos disfrutar de la vida misma, todo sería muy aburrido si se siguiera un patrón, si fuera plano e igual. No podemos aislarnos de las diferencias, debemos aprender de ellas, nutrirnos de ellas y permitir que nos ayuden a descubrir eso que estamos realmente destinados a ser.

Y sí, puede que tener miedo sea parte de nuestra naturaleza, como lo mencionaba al principio, pero eso no es motivo para no tratar de cambiar, para reconocerlo y trabajar por superarlo o al menos para no dejarnos dominar. Finalmente la naturaleza también puede cambiar, y a eso se le llama evolucionar.

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