Bogotá (casi) tiene su nueva plataforma de moda

Bogotá está muy cerca de tener una semana de la moda que esté lista para competir en el mercado nacional e internacional.

De todos los grandes eventos de moda del país, podría decir que el Bogotá Fashion Week es uno de los eventos que más generan expectativa –por no decir especulaciones– entre la industria de la moda de la capital colombiana. Y es que como toda capital, Bogotá ha luchado contra viento y marea por tener una semana de la moda distintiva a nivel local y de gran comparación a nivel internacional. ¿Lo hemos logrado con esta tercera entrega? Casi.

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En este nuevo ‘re-resurgimiento’, la plataforma de moda tuvo un gran aliado estratégico: la Cámara de Comercio de Bogotá, que participa como componente vital para sacar adelante una semana de la moda y lo que esta implica; no solo comunicar moda local sino en promover el negocio en la capital, es decir, no solo impulsar pasarelas y puestos o stands para vender las cosas como único eje del evento sino también una inclusión inminente de la academia y el negocio en el diseño.

Complementando la idea inicial de Paula Peña, la directora del evento, se le sumaron al comité grandes pilares y artífices en la industria de la moda colombiana: Pilar Castaño, Pilar Luna y Pastora Correa, quienes organizaron una parrilla de nuevos talentos nacionales como Lina Fernández, Mulierr y Ana Laverde, sin dejar a grandes como Amelia Toro, Isabel Henao y Lina Cantillo de lado. La descripción, tipo comunicado de prensa, preveía un futuro prometedor para el evento, pero como bien dicen, son las voluntades débiles las que se traducen en discursos y no en actos.

Partiendo de la idea de que un evento de moda debe comunicar moda y que las personas encargadas de diseminar información son los medios de comunicación, caen en la obviedad que son estas personas el componente principal de un evento como tal. El primer día fue una utopía para la prensa, en el buen sentido. Entrada preferencial, silletería marcada, luces, pasarela y sonido adecuado, una plazoleta de comida digna del hambre al pasar horas y horas en un recinto rectangular y, sobre todo, puntualidad y seguimiento preciso del cronograma.

Sin embargo, durante el transcurso del día dos la utopía se transformó en entropía, desorden. Y este desorden tuvo nombre y apellido: funcionarios de la misma Cámara de Comercio de Bogotá. Que alguien se me acerque a levantarme de mi asiento con la reiterada excusa “la Cámara de Comercio es la que está patrocinando” dice mucho de la poca claridad que tiene una gran institución como esta en el sector moda.

Un evento de moda está hecho para los que comunicamos moda, independiente del formato, y no un show para los patrocinadores. Les aseguro que todos los trabajadores de L’Oreal no están sentados en primera fila en París Fashion Week. En boca de varios escuché que en el día tres preferían irse a sus casas en vez de presenciar un evento en el que la primera fila estaba formada por funcionarios encorbatados mientras la prensa esquivaba las cabezas de los mismos con sus celulares. Este es el problema de hacer un evento de moda cuando no hay una institución de moda detrás y cuando no se tiene claro el objetivo ni el impacto de los medios.

Tal vez sea absurdo castigar a una semana de la moda por su ejecución, pero ha sido la falta la característica en común con los anteriores eventos de moda fallidos. Esta última versión nos mostró un futuro prometedor para una plataforma de moda en la capital que seguro tendrá longevidad en el sector y siento que en términos generales dio un paso enorme en comparación con sus versiones anteriores, pero los ensayos ‘prueba y error’ deben terminar prontamente.

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