¿Aunque el mono se vista de seda, uribista se queda? Como déjà vu, así recibí el nuevo cambio de imagen de Noticias RCN. Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana, cuando hice la práctica allí, Clara Elvira Ospina era la directora y aún era un noticiero decente. Las cosas cambiaron, el lado oscuro de la Fuerza cobró más protagonismo y la rigurosidad en el periodismo pasó a un segundo plano, importó defender las gaseosas, darle el micrófono a Uribe y hacer propaganda política repitiendo las palabras ‘investigación’, ‘objetividad’, ‘liderazgo’, ‘opinión’, cuando solo hay un poco de lo último (y de un solo lado).
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El rating les ha pasado factura, pero ellos siguen pensando que los cambios son estéticos, superficiales. RCN demuestra una vez más que no va al psicólogo para saber qué enfermedad padece y que hace una lectura del país a partir de sus propios intereses, de su ego como organización, sin reflexionar en qué está fallando. Sí, el problema de RCN es de marca, pero no porque tengan que volver a los colores de antes o cambiar los estudios o los planos, la clave está en no vender como objetivo algo parcializado, no decir que son líderes en información cuando replican las voces del Centro Democrático. Es evidente que pasaron de ser el canal de la Casa de Nariño al partido que montó su patrón al perder el poder.
Y la gente ya no come cuento y por eso, además de no ver el noticiero, tampoco ven sus productos de ficción, incluso cuando son mejores que los de la competencia. Sí, cuando se analiza el guion de sus novelas de 8 a 10 queda claro que hay buenas cabezas detrás de Francisco y la novela de los abogados, con diálogos y temáticas que ayudan a promover cambios sociales necesarios en nuestro país, como ha pasado con las telenovelas en Brasil y en Argentina.
Sin embargo, ahí es cuando uno deduce que están echando todo a perder por un poco de estupidez a la hora de gestionar el noticiero. Es decir, Caracol también es un pésimo noticiero pero la gente no lo nota porque se maquilla mejor su posición política, porque no son tan abiertamente vendidos y porque les funcionó el convertir toda noticia en una oportunidad para exaltar la pornomiseria y provocar lágrimas (un Séptimo Día de todos los días). RCN se embriaga en su ego y cambia de imagen cada tanto con la esperanza de que la gente piense que son mejores, pero amigos, si siguen cubriendo la marcha de los corruptos contra la corrupción, los esfuerzos estéticos serán inútiles.
Es fácil, todos sabemos que los medios de comunicación son empresas que garantizan su éxito a partir de dos factores. En primer lugar, al tener un sector editorial que le ponga pare a los intereses comerciales que existen y que se tienen que saber manejar sin sacrificar la ética. Segundo, la honestidad y la coherencia de los objetivos de la organización con la imagen y el mensaje que se le manda al público objetivo. En esa medida, RCN no tiene que dejar de ser uribista, no tiene que cambiar a la Gurisatti, solo tiene que decir abiertamente que defiende los ideales del patrón, de los Ardila Lulle y que les vale un comino los principios de rigurosidad en el periodismo. Así, cubren sus pecados de noticiero parcializado con otras ficciones que sí son vendidas como ficción y que producen cambios necesarios en la sociedad y empatan un poco.
El consejo es que si no van a pagar un psicólogo que les diga lo evidente y dejan a un lado el ego, al menos deben verse la saga de Star Wars para inspirarse y recordar que entre el lado oscuro y el lado luminoso de la Fuerza “encontrar el equilibrio deben”. RCN puede ser oscuro con su noticiero y luminoso con sus novelas y así quizás mejore en rating sin tener que pagar tanto por cambios de imagen de mal gusto.