Si algo simboliza la paz en cualquier tipo de enfrentamiento bélico o guerra es el acto de entrega de armas, el cual lo realiza la parte que es vencida; eso creería uno en principio, o también puede ser porque es su deseo dimitir de la confrontación armada para entrar en el ordenamiento jurídico. Como sucedió con los menores en poder de las Farc que nunca entregaron, así parece que puede suceder con la entrega de las armas en poder de las Farc, las cuales no solo se podrían enumerar dentro de su arsenal como fusiles, pistolas, ametralladoras de largo alcance, granadas, explosivos de todo tipo, sino también sofisticados misiles tierra-aire, los cuales, probablemente mientras se realizaban los diálogos las Farc, los negociaron con Al Qaeda por droga.
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De esos últimos sofisticados misiles en poder de las Farc, fuentes periodísticas señalaban, en 2014, que era muy probable enrostrarles a las Farc la transacción con el terrorismo internacional de ese armamento, el cual era muy seguramente cercano a un número de 50 unidades, de eso nunca se habló y tampoco se les ha informado con claridad a los ciudadanos sobre cuáles son las armas que van a entregar. Ya en el pasado en esta columna se había señalado que las armas que entregarían, o como denominan ellos “dejarían”, solo sería un arrume inservible de palos y óxido; la comunidad internacional ya está prendiendo las alarmas de lo que se podría desatar en Colombia.
Sobre la imposibilidad del cumplimiento de lo firmado, que entre otras fue improbado por el pueblo en razón de la victoria del ‘no’ en el plebiscito, pues no solo la burla que constituye no respetar los principios y decisiones democráticas, sino por la inviabilidad de hacer que esos acuerdos sean posibles; por ello, en reciente conversatorio en la Universidad de los Andes, el profesor de Harvard James Robinson, coautor del best seller Por qué fracasan los países, el cual recomiendo leer, indicó que este proceso de paz, en el que se desarticula de alguna manera el Estado y no se establecen reglas claras para implementar lo acordado, “es como tener un elefante en la habitación”, así lo mencionó hace pocas semanas en dicho claustro.
No solo es esa una percepción desde un académico de los más altos quilates, sino de muchos más académicos internacionales y desde luego la comunidad internacional en general, pues no se logra entender y establecer cómo un régimen dictatorial, que lesiona y viola los derechos civiles y las libertades públicas, puede ser el garante del proceso de paz con las Farc y ahora con el Eln en Colombia, es que sencillamente no se puede ser y no ser a la vez algo, o son garantes de derechos o son tiranos. Claramente ya sabemos que lo único que sabe garantizar el régimen de Venezuela es la opresión y tiranía contra su pueblo y la complicidad con el terrorismo, por eso ahora se encienden las alarmas.
La estrategia global de las Farc y el Eln va más allá de la supuesta “pacificación” de Colombia, su estrategia está articulada en la toma del poder, sencillamente porque ellos consideran que ganaron la guerra, por ello no se va a ver ni se va a registrar en el futuro la entrega de ningunas armas, ellos lo tienen claro desde 2012, cuando en un documento denominado ‘La habana: Farc, documento secreto sobre el objetivo’, el cual está como anexo en el libro La trampa del elefante, la verdad desnuda de las Farc en La Habana, en el que se menciona, entre otras: “…No estamos pensando en planes de reinserción o desmovilización como ellos lo pintan… no se habla de entrega sino de dejación…”, ahora sí se comprende por qué las 26 zonas transitorias de desmovilización dejarán de ser transitorias para convertirse en permanentes por arte de magia. ¡Rico así!
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.