Opinión

El primer paso

Así como siempre hay una primera vez para todo, hemos escuchado decir muchas veces que todo camino que deseemos recorrer empieza con un primer paso. Tal vez porque queremos darnos ánimo por medio de una simplificación de una idea es que hemos reforzado este concepto a lo largo de los años, sin embargo es tan verdadera como inexacta, ya que aunque puede que empiece con un primer paso, si no se tiene una visión clara de hacia dónde se desea ir en ese camino o qué se busca lograr, puede ser también el único y último paso.

 

Hay quienes en este momento, mientras leen estas líneas, puedan estar pensando en cambiar de trabajo, de profesión o incluso de ciudad. Y muchas veces buscan afrontar esos cambios pensando que solo el hecho de iniciar será difícil, y que una vez empiecen ya todo será color de rosa.

 

Pero la realidad es otra, ya que dar un primer paso es solo responder a un impulso, a un deseo, casi que a un instinto o fuerza primaria, que puede estar motivado por muchas razones, como la rabia, la ambición, la frustración, la felicidad o el dolor. Sin embargo, mantenerse encaminado luego de ese impulso, es decir, mantener el ánimo y la energía en el segundo o tercer paso es lo realmente decisivo e importante, ya que marca el éxito o fracaso del cambio.

 

Superar esos pasos posteriores al primer impulso equivale a superar nuestros propios miedos, angustias e inseguridades frente a esa situación de cambio, ya que de seguro nos atacarán tratando de hacernos dudar para que volvamos a vivir como estábamos antes y nos entreguemos a la resignación propia de la costumbre.

 

Esto no quiere decir que los cambios sean trágicos, por el contrario, siempre que se afronten de una manera positiva y con la mente abierta serán para bien, pero eso quiere decir también que hay que poner la mirada un poco más allá de lo inmediato y tratar de proyectar las acciones que deben acompañar dicho cambio.

 

El no pensar en lo que viene después de dar un primer paso (en el segundo, tercero y más…) explicaría en gran parte por qué hemos cambiado tan poco como sociedad por ejemplo y cada vez somos más mediáticos y alarmistas, pero lejos de cambiar lo que se vive, cada evento es tan solo una respuesta cíclica: escándalo, indignación, protestas. El mismo ciclo, diferentes temas, ningún cambio real.

 

Por otro lado, a nivel personal, si somos conscientes de que esos pasos posteriores pueden requerir una cuota adicional de nuestro esfuerzo, compromiso y entrega, no vamos a estar enfrentando un terreno tan desconocido, y mejor aún, no nos tomará por sorpresa la duda o la incertidumbre propia de los cambios que nos sacan de nuestra zona de confort.

 

Es normal tener miedo al cambio, pero dar un primer paso no es lo único que tenemos que hacer, tenemos que enfrentar nuestros miedos para poder cambiar, reconocerlos y actuar incluso a pesar de ellos, y para lograrlo es importante abrir nuestra mente y mirar un poco más allá de los resultados que podamos esperar para enfocarnos en los verdaderos objetivos que nos incentivan a querer cambiar.

 

Dar los pasos necesarios para emprender un camino diferente, y actuar en consecuencia a eso que se busca alcanzar, conectando lo que pensamos con lo que somos y lo que hacemos es lo que realmente nos puede transformar y no solo un primer paso nada más.

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