Twitter: @Ariasvilla
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Uno de los primeros temas de esta columna –el tercero, para ser exacto– fue una evocación muy personal del Conjunto Bavaria, uno de los edificios que más me han marcado en mi ya larga vida en Bogotá. Lo centré en mis recuerdos y lazos afectivos con ese edificio, y en general todos los que conforman el llamado Centro Internacional. En esta columna intento no repetir temas, pero el motivo que me lleva a romper la regla es la celebración de los 50 años del Premio Nacional de Arquitectura, que recibió el Conjunto Bavaria en la tercera Bienal, que se celebró en 1966.
El conjunto, conformado por tres edificios –uno de oficinas y dos de apartamentos–, se construyó entre 1962 y 1965 en el costado norte de un inmenso lote donde había funcionado la Escuela Militar de San Diego. El diseño corrió por cuenta de la firma Obregón y Valenzuela, y de la construcción se encargó la firma Pizano, Pradilla y Caro. Este conjunto tiene una particularidad. Sus tres edificios están comunicados entre sí por tres plataformas abiertas al público, en la que funcionan locales comerciales. Estas plataformas, a su vez, lo comunican con los edificios vecinos del costado sur, casi todos construidos por Cuéllar Serrano y Gómez, y con el Hotel Tequendama. La construcción de la estación Museo Nacional y sus espacios públicos adyacentes integraron aún más estos edificios con la iglesia de San Diego y el Museo Nacional. Además, dos semáforos peatonales permiten cruzar con comodidad la carrera 13 y, por lo tanto, comunicar el Centro Internacional con los edificios, plazas y parques del costado occidental.
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El Conjunto Bavaria, que ahora recibe el nombre de Centro Internacional Club Colombia, ha sido remozado. Se lavaron sus fachadas, ennegrecidas por cinco décadas de polución, y que hace unos pocos años recuperaron el color original, que solo era posible apreciar en fotografías de hace 40 o 50 años. Además, la torre de oficinas ahora se ilumina en las noches.
Los copropietarios y administradores del conjunto decidieron que la mejor manera de celebrar los 50 años de este premio es con dos eventos abiertos al público. El primero, un concierto que el grupo de clarinetes Cañabrava ofrecerá este viernes 18 de noviembre a las 12 del mediodía, en el gran corredor cubierto que une la torre de oficinas con las de apartamentos, a la altura del restaurante Oma y la oficina del banco CorpBanca. A este concierto podrán asistir no solo los habitantes del conjunto y quienes allí trabajan, sino también los centenares de personas que transitan por allí y quieran quedarse. Además, en las zonas de circulación pública ya se montó una exposición de fotografías antiguas y contemporáneas que estará abierta al público hasta el 15 de diciembre.
Una celebración que le rinde homenaje a uno de los más destacados ejemplos de la arquitectura bogotana del periodo moderno y a uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad.