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Día de la Independencia: contraataque es protagonizada por Jeff Goldblum, Bill Pullman y Liam Hemsworth.
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“Es muy aburrido ir a cine porque no hay opciones, deberías escribir sobre eso”, me dijo mi hermana hace unos días, refiriéndose a que en los múltiplex tres películas ocupaban todos los horarios. No es impresión de ella, Buscando a Dory cuenta esta semana con 440 pantallas de exhibición; Día de la Independencia: contraataque, 348 y El conjuro 2, 316. De ahí para abajo la diferencia es abismal y controlada en los primeros cinco puestos por Hollywood (se hace evidente lo absurdo cuando las películas del puesto ocho para abajo tienen menos de 10 pantallas).
Si fueran buenas, uno diría, pues normal, merecen estar ahí. Pero lo cierto es que pocas de las líderes en taquilla y en presencia en salas deben su éxito a su calidad, sino más bien a que las grandes compañías saben cómo es el negocio en publicidad, distribución y exhibición para dominar todo el mercado. El más reciente caso demuestra el sinsentido del cine comercial norteamericano, que ya no crea nuevas historias, sino que se ‘tira’ los clásicos, como sucede con Día de la Independencia.
En 1996 fue un éxito en taquilla y para muchos, en medio del cliché del 4 de julio y de tener a Estados Unidos como centro del mundo, es una película entretenida, o que pasaron tantas veces por televisión que se terminó queriendo. El argumento no es el más creativo, pero desde el comienzo es vendedor: extraterrestres malvados, humanos estúpidos y unos cuantos héroes que quieren venganza, salvar la Tierra y gritar ¡libertad!”, ingredientes adecuados para salir satisfecho de la sala. Por eso, cuando se anunció la secuela de esta historia, más de uno se imaginó que la sacarían del estadio, que con los avances que ha tenido en el cine esta segunda parte dejaría a todos boquiabiertos y con ganas de más.
La decepción es más grande cuando hay expectativas y eso pasa con Día de la Independencia: contraataque. El golpe es duro, ¿cómo hicieron esto con un buen recuerdo?, ¿con tantos buenos directores y guionistas por qué no le pagaron menos al ‘conquista adolescentes’ de Liam Hemsworth e invirtieron en la historia? Aquí los humanos no son solo estúpidos y primitivos, como se dice en una de las escenas, también son aburridos y predecibles. Se repite la misma lógica argumental de la primera entrega pero mal copiada, ¡señores de Hollywood! Los espectadores no somos ingenuos ni tontos como sus personajes y exigimos un poco más que gafas 3D y un par de batallitas infantiles.
Tampoco ayuda que los exhibidores sean peor de malvados que los extraterrestres absurdos que inventa el mal cine y obliguen al público a decidir entre tres ‘huesos’ de películas (salvando a Dory porque manda buenos mensajes, estamos en vacaciones y los niños necesitan diversión, bla bla bla). Si a esto le sumamos que tener una buena atención al cliente se volvió una ‘rogadera’ en cines como el del centro comercial Fontanar y que las películas alternativas duran menos de dos semanas, estamos con los antagonistas en casa, colaborando al oligopolio hollywoodense y haciendo mala la experiencia de asistir al cine. ¡Con razón cada vez más nos pasamos a Netflix!
Esta semana se lanza Warcraft, basada en el exitoso videojuego y mucho más pasable que Día de la Independencia: contraataque. Sin embargo, si lo que quiere es cine de calidad en historia, personajes y dirección, vaya contando los días para el estreno de Julieta, de Pedro Almodóvar, o apuésteles a las opciones de cine alternativo de Cine Colombia. ¡Siempre es bueno que existan más opciones!