Si alguien te pregunta quién eres, qué es aquello que realmente te define, ¿qué contestarías?, ¿acaso le hablarías de tus posesiones, de tu profesión/oficio?, ¿de tu estatus sentimental, edad o nacionalidad?
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Hay preguntas que resultan tan sencillas de plantear e incluso pueden resultarnos tan cotidianas que preferimos pasarlas inocentemente por alto para evitar enfrentarlas, y esta es sin duda una de las preguntas clave, ya que nos muestra el mejor camino para saber qué hacer con aquello que somos.
Lo cierto es que estamos tan ocupados tratando de construir una vida, que muchas veces se nos olvida disfrutarla realmente, porque perdemos el foco de aquello que nos mueve, de lo que realmente somos, por enfocarnos en lo que tenemos o quisiéramos llegar a tener. Lo cual solo nos lleva a sentirnos constantemente ocupados por lo que queremos lograr, cansados por lo que estamos haciendo o frustrados por lo que no tenemos, pero ¿y que pasa con todo lo que ya somos, con todo lo que ya logramos, con todo lo que ya tenemos?
Hay un viejo proverbio que dice que “dos cosas logran definirnos: nuestra paciencia cuando no tenemos nada y nuestra actitud cuando lo tenemos todo”, nuestra paciencia porque nos da la capacidad de no perder el eje de nuestras vidas cuando las situaciones no son como las esperamos o planeamos (bueno, a ciencia cierta casi nunca son así), y nuestra actitud porque esta nos permite evaluar qué tan amplia y positiva o, mejor, propositiva es nuestra perspectiva frente a nuestros logros.
Tal vez nos definen nuestros silencios, ya que no solo nos permite la posibilidad de recargarnos de energía y aprender de todo lo que escuchamos, sino que además nos da espacio para que sean nuestras acciones las que hablen por nosotros; tal vez nos definan nuestros miedos, porque con ellos conocemos los límites que debemos superar o los muros en los que nos veremos confinados durante una eternidad (si así lo decidimos). Tal vez sean nuestras pasiones las que nos definen, aquellas cosas que cuando las hacemos nos mueven y calientan el alma, las que podríamos hacer sin sentir cansancio, afán, angustia, ya que todo eso se queda en el olvido por el gusto que nos da expresar esa pasión.
Cada día puede ser una nueva oportunidad para definir todo aquello que eres, y mañana o incluso en un par de horas la respuesta puede cambiar, y eso no depende de las circunstancias actuales o del pasado que crees que cargas; depende exclusivamente de lo que decides para tu propia vida en este preciso instante o, mejor aún, de qué vas a hacer contigo y para ti en este preciso instante, ya que siempre todo lo que tienes es el ahora. Y a ti, ¿qué te define?
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.