¿Cuánto de lo que haces es realmente una decisión tuya? ¿Te lo has preguntado?
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Muchas cosas influyen nuestra manera de comportarnos, de sentir y de pensar (sí, en ese orden, porque casi siempre hacemos todo al revés), y cuando tomamos un poco de aire y nos damos una pausa en medio del ajetreado día que hemos decidido vivir en nuestra “vida adulta” tratando de alejarnos de esas falsas necesidades que estamos seguros de que tenemos desde siempre, pero antes ni siquiera las conocíamos, nos damos cuenta de que realmente parecemos estar andando por la vida en automático, sin decidir conscientemente lo que decimos o pensamos, o hacer a cabalidad aquello que está en la línea de quien somos en verdad.
Siempre viene bien cuestionarse un poco para dejar de lado todas aquellas cosas que nos distraen de quien verdaderamente somos, y mejor aún, de todo aquello que podríamos llegar a ser. Porque quien no es capaz de darles una mirada a sus errores y a sus miedos se está negando en realidad a conocer todo el potencial que puede desarrollar, a conocer y ser todo lo que está destinado a ser, y conformarse con las cosas como han sido es condenarse a la autodestrucción (bueno, tal vez eso estamos haciendo los humanos como especie).
La manera en la que te comportas en tu trabajo y la percepción que tienes frente al dinero, ¿es realmente tuya o acaso es el comportamiento y la percepción que tenían tus padres y tus abuelos? ¿El como te relacionas con tus amigos o con tu pareja expresa realmente lo que en tu esencia eres, o es la respuesta reflejo que por miedo has aprendido a lo largo de los años? ¿Acaso estás estudiando o estudiaste determinado tipo de profesión para seguir con la línea familiar o cumplir las expectativas de tus padres, en vez de aventurarte a vivir tu verdadera pasión?
Puede que los años no lleguen solos, como dice el viejo refrán, que se refiere sobre todo a aquellas costumbres que poco a poco vamos permitiendo que se arraiguen en nuestro comportamiento, pero estoy seguro de que en muchos aspectos viene bien hacer borrón y cuenta nueva, para permitir que aquellas cosas que se queden con nosotros al pasar los años sean realmente nuestras y no el reflejo de la frustración, deseo o corta visión de alguien más. Y no es que esto fuese implantado en nosotros con una mala intención, pero no todo lo que se hace con buena intención es bueno para nosotros, y no porque las cosas hayan sido hasta ahora de una cierta manera quiere decir que esté bien o deba seguir siendo así.
Mucho de lo que debemos hacer con el paso del tiempo es aprender a desaprender, para tomar lo que nos sirve, desechar lo que no nos corresponde y seguir adelante atreviéndonos a ser, de eso se trata la vida, de soltar todo lo que creemos ser para descubrir todo lo que realmente somos, y así, finalmente, evolucionar.
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.