Del plagio, la inspiración y Marni

Nelson Rueda Argumedo / Instagram @nargumedo

En un mundo en el que la información permea constantemente; desde que nos levantamos, cada mañana estamos apropiándonos culturalmente de algo. Desde que decimos la palabra cool, si usamos un poncho, si preferimos comer una ensalada caesar o si incluso pedimos un expreso . Hoy en día evitar que nos apropiemos culturalmente de algo es tan difícil como evitar la globalización. En la moda, cuando la inspiración viene de un número limitado de culturas, es probable que se solapen y se repitan. Más allá del juego moral cuando se apropian de nuestra cultura, hay que entender la brecha angosta entre la inspiración y el plagio, y que es la desinformación la que lleva a este último.

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No existe tal cosa como una idea original en la industria de la moda. Durante décadas los diseñadores han tomado inspiraciones de culturas, tradiciones y comunidades diferentes a las de ellos. El debate sobre la apropiación cultural y de la propiedad intelectual no es un tema nuevo en la industria, pero al parecer enfurece a miles cuando sucede. Recientemente, la casa Marni transformó su stand en una sala de baile durante el Salón Internacional del Mueble en Milán, donde los visitantes pudieron observar una de las danzas más tradicionales en Colombia: la cumbia. Después de esto, Marni presentó su colección de hogar inspirado en muebles y sillas colombianas. ¿Cuándo uno establece que la inspiración, homenaje o reinterpretación es una copia? Aunque en la moda como en las artes es difícil encontrar un patrón, la diferencia está en la investigación. “La interpretación falla si no se ha investigado antes de lo que se quiere apropiar”, menciona Lux Lancheros. Marni no solo se apropió del baile, sino de la cultura, las faldas, los muebles, los bolsos, las sillas, elementos colombianos que pasaban desapercibidos en la cotidianidad por nosotros, pero para otros es un despliegue de arte y diseño. Mi mejor amiga parisina ama las mochilas wayúu, mientras que yo amo usar un bolso Chanel. Así es todo. Marni nunca proclamó esa colección como su gran “idea original e innovadora”, siempre aclaró de dónde venía. Por ende, basta con sufrir frente a la idea de que el pez grande se come al pequeño y saquemos partida a la exposición positiva internacional.

La moda se trata de transformación. De tomar algo preexistente, transformarlo, adaptarlo al mercado de nuestra época y dejarlo ir. Si miramos las pasarelas de primavera 2016 internacionales, tendrían que demandar a un buen numero de diseñadores: desde Givenchy, por las cholas victorianas; Dsquared2, por las mujeres indias norteamericanas; hasta Valentino, por su interpretación de África salvaje. Cada diseñador lidió y seguirá haciéndolo con los medios, quienes desgastan las palabras “apropiación cultural”. Sin embargo, las excepciones existen. ¿Se acuerdan cuando Isabel Marant proclamó como suyos diseños oxacas en su colección primavera de 2015? El punto no era cuál fue su fuente de inspiración, sino afirmar que eran sus diseños. Ya sea falta de investigación o negligencia, ambos llevan a plagio.

¿Se acuerdan del video de la canción Dove, de Pillar Point, en la cual Kia Labeija bailó por todo el centro de Bogota? El video fue un éxito en redes y con comentarios halagadores; pero también se inspiró en La Candelaria y en Paloquemao. Marni también lo hizo. El video nos dio exposición, Marni también lo hizo. Entonces, debido a que Marni monetiza con la inspiración colombiana en sus productos ¿ya lo consideramos plagio?, recuerden que las vistas en YouTube también lo hacen.

Lo importante es que todos estemos lo suficientemente informados para entender de dónde proviene un diseño y cuál es la fuente de inspiración, así valoraremos el trabajo que hace el diseñador al transportarnos a su mundo y consecuentemente aprenderíamos a sorprendernos más de nuestro propio talento. Porque no es la falta de diseñadores talentosos, es el bajo ego de los colombianos al pensar que lo de afuera siempre será mejor. Pero cuando “los de afuera” se inspiran en el trabajo colombiano: indignación.

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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