Padecer santafereño

Por: Nicolás Samper C. / @udsnoexisten

Estaba muy molesto en la rueda de prensa. Su enfado lo había desatado el pie zurdo de Federico Insúa que con gran prestancia marcaba de penal en la agonía el empate de Millonarios ante Santa Fe en la fecha 10 del torneo. Bueno, realmente su decepción no estuvo tan marcada por el gol del zurdo argentino sino por la situación que propició aquel penal: una desconcentración de esas que no se pueden permitir cuando un partido de fútbol está cocinado. El error entre Urrego y Mina, la falta de presión para evitar el pelotazo de Insúa hacia Rangel y la salida fuera de tiempo de Castellanos generaron un coctel amargo que Gerardo Pelusso se tuvo que tomar en contra de su voluntad y así lo dijo en el recinto de prensa del estadio El Campín.

Comentó que a sus equipos no podían marcarles así, en la última jugada del encuentro, y que él, como entrenador, sabía enfriar partidos como ese. Me acuerdo que añadió que en su sabiduría de DT, él tenía claros cuáles debían ser los rudimentos para darse cuenta, más o menos, desde el minuto 82 de un juego, para saber cómo acabarlo sin que el adversario pudiera hacerle daño. Y parte de ese fastidio posclásico estaba cimentado en tener la solución en la mano pero no poder plasmarla en el campo.

La expresión que usó, tras varias pausas, fue concluyente: “Nos falta madurar. No es la primera vez que le pasa esto a Santa Fe”. Retomemos: contra Alianza Petrolera en Bogotá, Fígoli le anotó a falta de nueve minutos para acabar el primer tiempo. Medellín le hizo el tanto del empate a los 41 de la primera fase en el 1-1 en la capital de Antioquia. El famoso penal de Insúa a los 93 en el clásico. En Pasto recibió un gol al final de cada tiempo –más allá de que el penal que provocó la expulsión de Zapata no fue–. En la Sudamericana contra Emelec recibió de nuevo dos goles entre los minutos 83 y 89 –de nuevo uno de ellos, un penal– y frente a Tolima, en el minuto 93, una sanción desde los 11 metros le quitó la posibilidad de raparles un punto a los hombres de Alberto Gamero.

Eso detecta varias cosas: que más allá de la polémica de ciertas sanciones por penales, le han pitado cuatro en total. Eso marca que los últimos minutos de los duelos, Santa Fe los resiste muy atrás, en su propia área. Las reglas indican que para terminar un partido sin sobresaltos hay que 1) tener la pelota en su poder, 2) tenerla lejos del área propia. Las dos condiciones no ocurren con los rojos, que hoy sienten cómo se les puede venir el mundo cada vez que el cronómetro indica que falta poco para que concluyan las dos etapas en las que se divide un encuentro.

Toda una paradoja, pensando en que muchas de las grandes epopeyas santafereñas se gestaron justamente en este lapso: los entrañables goles en el “minuto de Dios”, que tantas veces lo favorecieron, hoy están jugando en su contra.

Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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