Opinión

Diciembre puede esperar

Por: Andrés Ospina. Escritor y realizador de radio/ @elblogotazo

¿Será demasiado soñar con que la agonía de este año se prolongue hasta fechas razonables? ¿Resultará muy anticipado suplicarle a Cronos que la Navidad prematura no lo sea tanto? Implorarle que las escarchas y navinieves permanezcan medio trimestre más aprisionadas en sus aerosoles y bodegas…

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Rogarle al Altísimo que los inviernos de icopor se queden en sus cajas un rato más. Que la 53 descanse un tanto antes de reverdecer sus galas. Que a nadie se le ocurra todavía despertar al pino plástico de su hibernación de desván, ensillar al Burrito Sabanero, desenfundar los bastones o colgar los calcetines angloparlantes de ‘Merry Christmas’. Que el Sorteo Extraordinario de Navidad siga itinerarios. Que el hielo artificial para patinar se tarde en tender su manto gélido sobre parques y plazas. Que el Halloween se eternice. Que cierta organización animalista se pronuncie en favor de los renos o alguna geriátrica del avejentado Santa Claus. Que Juan Navidad crezca.

Que la promoción “madrúguele a diciembre” nos dé tregua. Que la masacre de pavos y cerdos rellenos se acorte. Que Caracol contenga sus ímpetus de formular “votos fervientes de paz y prosperidad”. Que ‘La gran fiesta de los hogares colombianos’ retrase su repicar. Que las anchetas ‘multiestrato’ –contengan estas John Thomas o Glenfiddich– se añejen más antes de violentarles el celofán y descorchar.

Ya en andamios, postes y mobiliarios públicos van erigiéndose amenazantes las incipientes estructuras que luego sostendrán a la Virgen, San José & friends, iniciativas que a algunos nos desconsuelan. Me lo sigo preguntando… ¿para qué desmontar la decoración navideña en enero, si al cabo de unos meses, despuntando octubre, habrán de reinstalarla? Más rentable producir, como los viejos dentistas, “prótesis permanentes”.

Absurdo aunque comprensible: desde febrero muchos aguardan a que se extinga el año para tener la infundada ilusión de que uno más nuevo y menos gastado que el presente habrá de comenzar. De ahí que los automóviles vendidos en meses finales sean por costumbre rotulados con el número del periodo por venir y no del actual. Además, abundan las lonjas, cámaras de comercio y demás agremiaciones para quienes el extratiempo decembrino resulta provechoso. Y mientras un vendedor celebra el adelantamiento de tan venturosa fecha, el ‘quincenero’ raso cuenta los días faltantes para el desembolso de su prima. Entretanto supermercados, centros comerciales y almacenes varios ya tienen seleccionado y contratado su contingente outsourcing con mamás y papás noeles supernumerarios de temporada… ¡Una microeconomía de fes y esperanzas!

Por lo anterior hoy me permito proponer a todos los gentiles opositores de la Navidad anticipada convertirnos esta vez nosotros en ‘los adelantados’… Antes de que las ciudades vayan plagándosenos de símbolos paganos, y de cirios y de estrellas y de caprichos ornamentales varios, de que el paisaje entero se nos invada de trineos, antílopes e impertinentes reyes magos y de que los servicios postales se nos congestionen con misivas a un Niño Dios que no contesta. Dicen algunos científicos especulativos que el tiempo universal viene acelerándose. No sé si creerles. Pero lo cierto es que hoy la humanidad sí pareciera empeñada en apurarnos el itinerario vital. Y a los acosadores hay que hacerles contrapeso, aunque a algunos les suene a proclama de ‘Grinch’: septiembre es el último mes del año con personalidad no-decembrina. ¡Procuremos degustarlo!

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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