Opinión

Niños emprendedores

Por: Camila Chaín / @camilachain

La infancia es para disfrutarla. Jugar, comer, dormir y, luego, volver a jugar. Después crecemos y llegan todas las responsabilidades de la adultez: trabajar, pagar las cuentas y, después, trabajar y pagar las cuentas. Por eso, siempre recordamos aquellos años con nostalgia y nos gustaría volver a tener cinco, o diez.

Hoy en día está muy de moda un término que define a todas esas personas que tienen una enorme facilidad de tejer ideas, ser muy creativas, ingeniosas, recursivas y crear empresa: los emprendedores. Muchas veces pensamos que eso del emprendimiento aparece cuando “somos grandes” y decidimos no tener jefes e independizarnos, pero desde niños podemos saber quién es quién.

Mi hermana Nadia, por ejemplo, ahorraba todos los días el dinero del recreo y con eso compraba metros de cintas para hacer muchos adornos para el cabello. Los vendía por las tardes en la puerta de la casa y en todas las reuniones familiares. Todo eso mientras yo me dedicaba a hacer deporte y gastar todo el dinero en la cafetería escolar. Ella, desde siempre, fue una gran empresaria.

Hoy quiero celebrar y agradecer la iniciativa de muchos colegios en los que se les inculca a los niños no el trabajo infantil, que está prohibido por ley, sino el desarrollo de sus ideas, que muchas veces son increíbles. Estoy llenando mi oficina de pequeñas plantas, esas plantas las vende Martín, un niño de diez años al que un día se le ocurrió, para una actividad extracurricular, sembrarlas en materas recicladas, dándoles un toque vintage que está muy de moda por estos días.

Él ahorra el dinero que se gana y lo usa para pagar sus clases en la escuela de fútbol, así aprende a ser responsable, a darle buen uso al dinero y a crear empresa desde ya. Soy su clienta fiel y espero que haga siempre lo que más le guste, que no deje de ser creativo y que el colegio en el que estudia siga incentivando ese tipo de actividades que ellos disfrutan al máximo.

Yo nunca tomé la iniciativa, pero me encanta que otros lo hagan, así, sin querer, casi que jugando, están asegurando su futuro. Nosotros, los “grandes”, esperamos a que otros piensen en algo diferente, para decir: “¿¿Por qué no se me ocurrió a mí??” y creemos que las grandes ideas llegan como por arte de magia, o mientras dormimos, pero no, tenemos que cambiar de actitud y recurrir a ese niño interior, pensar en algo que nos guste mucho y desarrollarlo con disciplina y entusiasmo. Los niños rara vez se dan por vencidos y creen en ellos, nada les da vergüenza y lo intentan las veces que sea necesario.

Gracias a Martín por darme este maravilloso ejemplo.

Ustedes, ¿qué tan emprendedores son?

¡¡¡Feliz fin de semana!!!

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