Opinión

Un feminismo putamente libre

Por: Mar Candela, ideóloga Feminismo Artesanal.

Cuando escribo en estos espacios de opinión siempre lo hago desde mi piel. Esa ha sido mi fuerza y, asímismo, mi mayor debilidad. Eso lo acepto y no me avergüenzo. Mi voz puede tener falencias, superficialidades, contradicciones o misterios, pero es mi voz. Por eso es que la plataforma ideológica que abandero la he llamado Feminismo Artesanal: porque este camino que recorremos muchas mujeres no se abrió con la mera ingeniería racional o en un frío trazo desde la academia. No. Esta vía la hemos abierto con pulso, manos, uñas, ovarios y carne misma.

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Recuerdo mis primeros días como fundadora del movimiento. Era más vulnerable y débil que lo que sigo siendo hoy. En una de mis primeras intervenciones públicas lancé una afirmación que desde entonces repito sin cansancio: dije que le apostaba a un feminismo ‘putamente libre’.

Una reconocida y respetada feminista académica me miró a los ojos y afirmó, secamente, que eso sería el ‘feminismo de la mediocridad’. Y agregó: “sí o sí el feminismo debe estar sustentado por paradigmas y lineamientos académicos porque no se puede militar sin motivos y fundamentos sólidos”. No se me olvida.

Me dijo: que yo era tibia y aguada en mis argumentos políticos y sociales. Me sentí bruta, necia y perdida. ‘¿Feminismo Artesanal?’, se preguntó con ironía. Y continuó: ‘No existe tal cosa, lo que existe es una mujer con falta de conocimiento y flojera investigativa para hacer feminismo asertivo. Usted pretende devolver al feminismo al inicio de la lucha, ignora que hace décadas en Colombia los movimientos han venido haciendo un trabajo que no se puede desconocer inventando una ‘teoría’. Nosotras, -remató— hemos dedicado años al estudio de teorías feministas serias, que históricamente han dado cuenta de la realidad de las mujeres, para que hoy venga a decir cosas que hacen daño al feminismo’. Luego, ella misma me invitó a ser fiel a las teorías feministas que se han cocinado por siglos. Fue abrumador.

Menos mal estoy dotada de una gran resiliencia. De no ser así, hoy Feminismo Artesanal sería un simple intento fallido. Sólo hasta cuando encontré el libro ‘Feminismo para no feministas’, de Rosario Hernández Catalán, logré perder el miedo a defender mi camino. Si en esa época de mi vida hubiera tenido las herramientas intelectuales que hoy tengo habrían sido más enriquecedores esos primeros debates.

Me hubiera gustado responder a las afirmaciones de esa compañera, decirle que de ninguna manera pretendo desconocer los logros del feminismo; lo que pasa es que en esa época era mucho peor de lo que soy hoy para responder sin exaltaciones; por eso solo guarde silencio para no poner la cosa más densa. Hoy, lejos de apasionamientos, agradezco este tipo de confrontaciones porque me llevan a tejer y destejer conceptos y sé que sin señalamientos de semejante factura seguramente no me exigiría tanto como lo hago. Gracias a esos encuentros, en su momento desafortunados, es que he sentido la necesidad de nutrirme de las teorías aprobadas ya por la academia. Aún así, creo firmemente que ninguna teoría es un paradigma o lineamiento, porque que el día en que una teoría se convierta en eso dejara de ser una apuesta social de derecho para convertirse en una religión más.

Hoy defino a Feminismo Artesanal como el ‘pre escolar’ de los feminismos; como la única plataforma que nace para trabajar con las mujeres que, por diversas razones, nunca jamás tendrán en sus manos los libros de esas ‘feministas serias’; como la primera teoría que sobre el tema se propone desde Colombia. Mi camino es válido para otras como yo, una bachiller validada, una mujer que pertenece al ‘club de las nadie’, una entre millones de amas de casa, una tipa de pocas letras pero con un pensamiento que se la juega por otras que no viven el mundo del sofisticado y elocuente feminismo académico. El cual siendo fascinante resulta inalcanzable a la mayoría de mujeres por sus ritmos de vida.

No es secreto que la mayoría de colombianas vivimos un país donde ‘estudias o trabajas’, porque la educación es privilegio de mentes geniales o personas millonarias: he ahí la explicación por la cual no serán las mayorías de mujeres quienes dominen todas las teorías y no por eso deben permanecer en la prisión del patriarcado.

¿Por qué hablo de un feminismo ‘artesanal’? Porque la artesanía es una obra realizada manualmente, con poca o nula intervención de maquinaria. Desde esta óptica, asumimos que la existencia de cada ser humano es producto de la capacidad que cada quien tiene para crear, una y otra vez con sus manos, su propia vida.

Feminismo Artesanal le apuesta a la seducción antes que a la Colonización. No pretende implantar pensamientos sino desarrollarlos. La vida de una mujer nunca vuelve a ser la misma una vez abandona las habitaciones del patriarcado. Yo soy afortunada porque he podido beber de los manantiales de las teorías feministas y mi trabajo en Feminismo Artesanal es compartir esos sorbos con muchas mujeres, para que puedan decidir.

Sigo proponiendo, como desde aquellos primero días, un ‘feminismo putamente libre’, sin dogmas ni lineamientos impuestos. Que se teja desde la intimidad de la conciencia de toda mujer para que cada una encarne su propia revolución. Creo, sin temor a equivocarme, que experimentar el feminismo desde la individualidad afecta la colectividad y es el camino libertario definitivo.

Feminismo Artesanal es global. Es una ideología que llevo trabajando hace cuatro años, desde mi realidad. No depende de circunstancias políticas y acoge a personas sin exclusión de raza, credo o género. Propongo, desde las reflexiones cotidianas y orgánicas que hago junto a las mujeres que me acompañan, tejer una nueva realidad para cada colombiana: que denunciemos sin culpa, que defendamos sin miedo nuestro derecho a la vida.

Postulo un feminismo que busca hacer de la vida de cada persona su propia obra de arte.

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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