Opinión

Un paso poco firme

Por: Andrea Padilla Villarraga. Estudiante de doctorado en Derecho de la Universidad de los Andes, vocera en Colombia de AnimaNaturalis Internacional. andreap@animanaturalis.org #PorLosAnimales

El Plan Nacional de Desarrollo incluyó un artículo que podría beneficiar a los animales. Aunque en lo ambiental se rajó y le metió el acelerador a más de una locomotora que dejaría sin hábitat y en riesgo a miles de ellos, es importante que esta agenda programática haya hecho mención a su protección y hoy nos brinde una herramienta para exigirle al Gobierno acciones de política pública. Valga recordar que los planes de desarrollo tienen fuerza de mandato popular.

El artículo en cuestión se llama ‘Política pública de defensa de los derechos de los animales y/o protección animal’. Establece, en esencia, que el Gobierno Nacional promoverá políticas públicas para fomentar, promulgar y difundir los derechos de los animales y/o la protección animal, y que las entidades territoriales y descentralizadas del Estado se encargarán de vigilar, controlar y fomentar el respeto por los animales y su integridad física y anímica.

Aunque es una redacción sumamente retórica (¿entenderá el Gobierno de qué se trata la cuestión de los derechos?) y difusa (verbos como promover, fomentar y promulgar dicen todo y nada a la vez) es importante que un texto legal de la envergadura del PND obligue al Gobierno a darle la cara al maltrato animal y le imponga el deber de pensar en los animales en clave de política pública. Igualmente, que les asigne a las autoridades y a los entes territoriales la función de hacer control público sobre las políticas que hayan de trazarse.

Queda sin embargo un inquietante vacío sobre quién o quiénes tendrán el deber de implementar esas políticas. Pero teniendo en cuenta la obligación que le asiste al Gobierno de promoverlas, suponemos que es una falencia que podrá subsanarse.

Finalmente, hay un párrafo más que habría que poner bajo su mejor luz, apelando al principio de benevolencia. Es el que habla de establecer los conceptos sobre reproducción, tenencia, adopción, producción, distribución y comercialización de animales domésticos no aptos para reproducirse. No solo porque borra de un plumazo a la fauna silvestre –como si los animales que la integran no fueran objeto de las más aberrantes vejaciones–, sino porque ratifica el paradigma de que los animales están para producirse, distribuirse y comercializarse, que estamos tratando de cambiar.

Además, ¿cuáles son los animales domésticos no aptos para reproducirse? Tremendo debate para un documento que no debería dejar lugar a dudas y minimizar los riesgos de la libre interpretación.

Es de esperar que el Gobierno aclare las partes oscuras del artículo y sea concreto en sus alcances para que la voluntad de proteger y defender a los animales no sea una casa en el aire o se embolate en demagogia. Más aun teniendo en cuenta que la inclusión de este artículo no llegó vía Gobierno Nacional, cuyas propuestas versaron, más bien, sobre el fracking, la minería y las licencias ambientales exprés.

Con todo ello, reitero mi impresión de que haber incluido estos enunciados a favor de los animales es un paso importante para amarrar al Gobierno en un frente que cada día sentimos más urgente. También en la lucha que llevamos años agenciando.

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.

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